Pros y contras

La crisis del PP y la extrema derecha

En este país nunca ha sido muy habitual un espectáculo así, no se llega a un nivel de estrés tan notable que provoque un derrumbe

Miles de seguidores de Ayuso protestan ante el PP, que convoca a su dirección

Miles de seguidores de Ayuso protestan ante el PP, que convoca a su dirección

Josep Maria Fonalleras

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Una característica habitual de la derecha siempre ha sido la tendencia a la unificación. Hablo de la democrática, claro, porque cuando no lo es, tiende a unificarse sin maquillaje bajo el paraguas del fascismo. Por el contrario, la izquierda va más hacia la atomización, hacia la dispersión ideológica radical, hacia las esencias del purismo por encima de las estrategias políticas. La derecha, cuando conviene, al llegar el momento decisivo, se alía, porque las esencias son más flexibles, más adaptables a las necesidades del momento. Por eso sorprende, a primera vista, ese “colapso” (lo dicen ellos) que sufre el PP. Esa “situación insostenible donde nos desangramos”.

En este país nunca ha sido muy habitual un espectáculo así, no se llega, de habitual, a un nivel de estrés tan notable que provoque un derrumbe. Ya veremos cómo termina. Más que la apariencia de un edificio en ruinas, la crisis del PP propone la imagen del equilibrio que proporcionan los vasos comunicantes. Los líquidos (esta derecha y la extrema) al fin se estabilizan. Y eso significa, aquí, que el fascismo avanza decidido, porque sabe que el viento le va a favor, y más aún cuando el conservadurismo clásico es, hoy por hoy, un cadáver.

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