Calidad democrática

'The Economist', ingenuidad y provincianismo

Los aspectos subrayados por el oráculo del periodismo liberal, como el pésimo funcionamiento de la justicia o el señoreo de la corrupción, no pueden sorprender a nadie

Fachada del Tribunal Supremo.

Fachada del Tribunal Supremo. / EP

Jordi Mercader

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El oráculo del periodismo liberal ha hecho público su tradicional Democracy Index. Según 'The Economist', la democracia declina en el mundo en general y en particular en España, donde alcanza la calificación de defectuosa cuando hace unos meses era plena. La empresa británica, hoy en manos de los Agnelli y los Rothschild, ha sabido convertir esta liga mundial en la que ningún país participa voluntariamente en una magnífica iniciativa de marketing reputacional. Hay que felicitarles por su perspicacia profesional.

Los aspectos subrayados por The Economist Intelligence Unit para rebajar la calificación de España, hasta situarla al nivel de Francia o Italia, no pueden sorprender a nadie. La incapacidad institucional para renovar el CGPJ, el pésimo funcionamiento de la justicia, el señoreo de la corrupción y el temblor unitarista del Estado de derecho ante la desobediencia desestabilizadora del nacionalismo son rémoras anti democráticas denunciadas a destajo. Pero cada edición de estos índices periodísticos supone un revival de la ingenuidad y el provincianismo.

La ingenuidad de querer utilizar este tipo de valoraciones cuando son favorables a la propaganda nacional y pretender ignorarlas cuando perjudican los eslóganes es contumaz. Somos una democracia plena, repetían las voces triunfalistas cuando por unas décimas estábamos en primera división de esta competición absurda y algunos discutían tanta plenitud. Es aquella sobreactuación la que ofrece credibilidad a los malos resultados actuales y el no haber matizado entonces, y ahora, que la democracia es imperfecta por definición. El provincianismo de conceder carta de autoridad a valoraciones redichas de lo nuestro por el solo hecho de ser publicadas por 'The Economist', 'The New York Times' o 'Le Monde' es crónico. Estas magníficas redacciones son admiradas por el periodismo local pero son perfectamente equiparables con los profesionales de nuestras cabeceras, tal vez con la diferencia de la fortaleza empresarial que las sustenta.  

Suscríbete para seguir leyendo