Pandemia

'Gripalización': ¿De perdidos al río?

Ómicron ha significado un nuevo escenario en la pandemia y puede contribuir a su final por la vía de la infección masiva. Aquella 'inmunidad de rebaño' con la que soñábamos, pero por la vía infecciosa

La curva de contagios con ómicron baja más rápido que la de anteriores olas

La curva de contagios con ómicron baja más rápido que la de anteriores olas

Joan Guix

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Según el Instituto Cervantes, la frase 'de perdidos al río' "se dice cuando se ha iniciado ya una acción y hay que procurar acabarla, a pesar de su peligrosidad y aceptando todas las consecuencias. Se emplea para indicar que, ante una situación muy difícil, se opta por la solución más disparatada, ante la desesperación que conduce al hecho que ya nada importa”. ¿Es esta la situación actual frente al covid-19 ? Seguramente, no es así. Pero lo parece. Las autoridades deben de estar mejor informadas al respecto.

En el momento de escribir estas líneas domina la variante ómicron, contra la cual las vacunas tienen un efecto limitado, pero no desdeñable. Es una variante más transmisible que las anteriores, pero menos agresiva. Nos dicen que, estos días, la Rt y los indicadores van mejorando. Buena noticia. Pero, en la última semana, más de 200.000 nuevos diagnosticados, más de 3.000 ingresados, 463 de los cuales en UCI y 238 muertos. No está mal.

Nos dicen que esto ya es el principio del fin (cuántas veces se ha dicho ya; ya saben, túnel y luz). El presidente Sánchez proclama la 'gripalización', curiosa palabra. Dice que se trata de abordar el covid como una gripe, y no como una epidemia. ¿Y qué es, pues, la gripe, sino una epidemia? También hablan de convertirla en una endemia en lugar de una pandemia. 'Endemia' y 'gripalización' suenan menos mal que 'pandemia'. También hablamos de 'nueva normalidad'. ¡Ah, la semántica!

Lo cierto es que todos estamos muy hartos del covid, de las restricciones y de su impacto en las economías locales y mundiales.

Pero, ¿qué supone la 'gripalización'?

En primer lugar, implica contar los casos de forma diferente. Lo cierto es que, con los autotests, las cifras oficiales no son del todo reales. En el Reino Unido, un 50% de los infectados quedan fuera de las estadísticas. Ahora se trataría no de contar los casos declarados, sino de establecer muestras representativas que, mediante una red de profesionales vigía, establecieran porcentajes e indicadores, igual que hacemos con la gripe estacional. Sería, seguramente, más efectivo y más eficiente desde un punto de vista estadístico, pero se perdería la posibilidad de rastrear contactos y bajar la transmisión del virus. También, en la práctica, significa el reconocimiento de que el sistema de rastreadores no ha funcionado cómo se pretendía. Tenemos tantos casos y tantos contactos que es imposible seguirlos.

También significa dejar de hacer tests masivos y dejar los nuevos diagnósticos, cada vez más, en manos de los ciudadanos, con el traslado de gasto que esto puede suponer. ¿Privatización del diagnóstico? La eclosión de los autotests durante las pasadas fiestas lo demuestra. Por otro lado, si mi autotest me sale positivo, ¿quién me obliga a registrarlo, a avisar a mis contactos estrechos o a hacer la cuarentena correspondiente? Por cierto, no hace falta que vayan al CAP o a urgencias si el test es positivo. Como dijo la presidenta Ayuso “el gran hospital de Madrid está en los domicilios de los madrileños”.

Las vacunas han sido, junto con las restricciones, la herramienta fundamental contra el covid, y con buenos resultados. Pero ahora parece que, a pesar de mejorar el pronóstico de los enfermos, su efecto sobre ómicron es relativamente bajo. Ómicron ha significado un nuevo escenario en la pandemia y puede contribuir a su final por la vía de la infección masiva. Aquella 'inmunidad de rebaño' con la que soñábamos, pero por la vía de la infección.

También se cuestiona el certificado covid. Nos dicen que, con ómicron, pierde su utilidad para evitar infecciones. La realidad es que, en este sentido, siempre ha sido baja, pero en cambio era una herramienta de motivación para vacunarse. Añadamos la eliminación de restricciones de todo tipo y los incentivos para vacunarse bajan.

Parece que todo va orientado a establecer un nuevo paradigma de 'normalización' de una situación que no tiene nada de normal, olvidando que, en cualquier momento, puede aparecer una nueva variante, por ejemplo la nombrada ómicron 'sigilosa', con todavía más capacidad de transmisión y más difícil de diagnosticar, a pesar de no ser más grave.

¿Estamos seguros de lo que vamos a hacer, desmantelando las barreras que se habían puesto, o es que se ha llegado a un punto en que la única salida es 'de perdidos al río'?

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