Metaverso

Ciudades avatar

Hay quien dice que, con simuladores, no hará falta dirigir la ciudad. Pero es imprescindible que, al mando, siempre haya alguien del mundo real

Coches de lujo en el metaverso

Coches de lujo en el metaverso

Juli Capella

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Metaverso, palabra de moda desde que Zuckerberg bautizó su empresa como Meta, no se refiere a la poética más allá del verso, sino al meta universo. A la creación de un mundo virtual, existente y detallado, pero no físicamente. Para entendernos, los Sims, pero a lo bestia. 

Dentro de este nuevo universo paralelo, tan atractivo como inquietante, destaca la creación de ciudades gemelas, clones de las reales, pero con bits y no ladrillos. La empresa china 51World ha recreado Pekín, Singapur y partes de Tokio; y la neozelandesa Buildmedia la ciudad de Wellington. Con ayuda de este último ayuntamiento, han creado un modelo donde incorporar diversos datos en tiempo real, para poder analizar y en consecuencia interactuar. Está contemplada principalmente la movilidad, pero es posible añadir nuevos parámetros de vegetación, climáticos o ambientales, y proyectarlos en diferentes horarios y estaciones del año. Es decir, disponer de una metaciudad con la que poder experimentar infraestructuras y servicios y luego aplicarlos en la real. Sin duda, un juguete sugestivo. En plena línea Smart City. 

Pero la cuestión es: ¿quién es el jugador? Según su criterio, ético o neutral, moverá unas u otras teclas del sofisticado engranaje. Ya hay quien dice que, con estos simuladores, no hará falta dirigir la ciudad, se automatizará con algoritmos de la mejor forma posible, sin posibilidad de fallo humano. Y aquí entra el pánico, no por aversión a la tecnología, que todos adoramos, sino por saber que no existe esa presunta idoneidad objetiva. ¿Cuál será el tránsito máximo en una calle? ¿y la contaminación asumible? ¿deberá siempre crecer la ciudad? Más vale que la maqueta interactiva esté en buenas manos, no sea que a alguno le dé por darle al botón de gentrificación, apostar por la zonificación, o dejarse aconsejar por los vectores de centralización. A ver si el avatar se va a zampar a su origen y semejanza. Al mando, imprescindible siempre alguien del mundo real, y si es a pie de calle, mejor que mejor.

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