Ágora

El virus 'boomerang'

Los países solo podrán controlar la pandemia si lo hacen articulados globalmente y bajo principios de cooperación transnacional y justicia global

Una mujer se vacuna contra el covid en Fira de Barcelona

Una mujer se vacuna contra el covid en Fira de Barcelona / Àngel García

David Llistar

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Justo antes de la llegada de la pesadilla pandémica, en febrero de 2020, en Barcelona convocamos a la comunidad china en la Casa Gran del Ayuntamiento. Queríamos darles confianza y decirles que no, que no hacía falta que se autoconfinaran, que esto generaba pánico y no valía la pena sobreactuar, porque estábamos sanitariamente muy protegidos. La comunidad china catalana está conectada a los medios de comunicación y redes sociales, cierto, pero a los chinos. Estaban muy conmovidos por los sucesos de Wuhan. Desde el Ayuntamiento preparamos el envío de mascarillas y EPIs para las ciudades amigas chinas, como Shanghái. Nos las pedían desbordadas por la dramática situación. No nos dio tiempo. Llegó una chica barcelonesa italiana en avión y ¡boom!: estalló la pandemia aquí. El resto ya lo conocemos...

Las ciudades chinas nos ofrecieron más tarde mascarillas y EPIS, distribuidores, conocimientos, que agradecimos. La pandemia nos dio la primera lección: la historia es una serie de hechos de ida y vuelta, un espectáculo de 'boomerangs'. Y la segunda lección llegaría más tarde: los Estados, las ciudades y cualquier comunidad somos muy poco eficientes para contener solas fenómenos como el coronavirus.

Felizmente, ahora ya hace un año que se han comercializado vacunas eficaces. Lo han hecho compañías grandes con mucho apoyo público. La vacunación se ha ido desplegando por el mundo. Pero cuidado, se ha desplegado en forma de 'apartheid vacunativo'. Mientras en Europa vamos por la tercera dosis y se administra a niños, en la África ni las ven pasar. Sanitarios expuestos y gente vulnerable sin vacuna.

Los países centrales de Occidente y Oriente estamos aproximándonos al 80% de personas vacunadas. Si no se llega al 100% es por quienes voluntariamente no quiere vacunarse.

En los países asiáticos y latinoamericanos, con retraso, van consiguiendo ratios de vacunación importantes. Algunos, después de sufrir centenares de miles de muertes. Pero allá abajo, en África, el obstáculo no solo es la desconfianza hacia la vacunación, sino sobre todo el acaparamiento de las vacunas. Un tercer problema es una distribución en sistemas sanitarios muy débiles, sin cadenas de frío. La vacunación en Senegal, de donde procede una importante diáspora en Barcelona, está por debajo de 6% con pauta completa, según Our World in Data.

Mientras tanto, el acaparamiento mundial de las vacunas, forzado por un tipo de complejo geopolítico-farmacéutico multipolar, convierte a África en una zona infravacunada. Un absurdo, tanto moral como epidemiológico. ¿El resultado? Un nuevo 'boomerang' en forma de nueva cepa de coronavirus, la ómicron, una variante de nombre infernal que está haciendo reconfinar, de nuevo, a medio mundo. Era obvio que mantener a países enteros sin vacunar, aún más en el África austral, con la población deprimida inmunológicamente por la prevalencia de VIH, suponía el caldo de cultivo para el nacimiento de una nueva variante. Ya pasó con la variante delta, el 'boomerang' indio. Y volverá a pasar. La historia es llena de 'boomerangs'.

Por eso, algunos actores no alineados, como por ejemplo los Ayuntamientos, las ONG... tenemos que tomar partido. ¿Y qué podemos hacer? Desde el Ayuntamiento de Barcelona hemos puesto toda nuestra capacidad de incidencia internacional para exigir al Gobierno español y a la UE la liberación temporal de las patentes de las vacunas, para que puedan ser reproducidas en laboratorios del Sur. En segundo lugar, hacemos un llamamiento a redes de gobiernos locales para contribuir a la iniciativa de vacunación de los países empobrecidos, COVAX. Desde Barcelona acabamos de articular una ayuda de 315.000 euros vía Unicef para desplegar sistemas de frío en Senegal, que garanticen la conservación de las vacunas en lugares donde no hay electricidad con energía solar, y de información local para hacer frente a las 'fake news'.

El control de la pandemia (como las migraciones o la emergencia climática) son problemáticas que los países por sí solos nunca serán capaces de resolver, si no lo hacen articulados globalmente y bajo principios de cooperación transnacional y justicia global. Cuando se gestiona según principios nacionalistas, populistas o de mercado, sea sosteniendo sin excepciones el régimen de las patentes de las grandes farmacéuticas, como la UE o en formato Trump, Ayuso, Bolsonaro, solo podremos esperar un reguero de 'boomerangs' implacables.

Suscríbete para seguir leyendo