Sentencia del TEDH

La religión y su parodia, en Estrasburgo

La sátira practicada por la 'fe pastafariana' forma parte de la libertad de expresión, pero es pedir demasiado a un tribunal que la reconozca, porque no puede confundir una religión con su caricatura

Miembros de la iglesia del Espagueti Volador, en un desfile.

Miembros de la iglesia del Espagueti Volador, en un desfile. / periodico

Xavier Arbós

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Se termina el año, y los medios de comunicación hacen el balance de los hechos más significativos. En esos análisis, como es natural, no suele haber lugar para lo pintoresco: las menciones se reservan para casos importantes. Por mi parte, sin embargo, voy a permitirme salirme de esa pauta. Quiero ocuparme de una curiosa sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), del pasado 9 de noviembre, que ha pasado casi desapercibida.

El caso ('De Wilde v. the Netherlands') tiene su miga. La señora De Wilde solicitó al ayuntamiento de Nimega la renovación de su documento de identidad y de su permiso de conducir. La normativa establece que, en las fotografías, los solicitantes deben aparecer con la cabeza descubierta, salvo excepciones basadas en su confesión religiosa. Usualmente, son las mujeres con velo islámico y los hombres de confesión sij, con su turbante, los que pueden aparecer en las fotos usando los tocados correspondientes. La señora De Wilde presentó unas fotos en las que su cabeza se cubría con un escurridor, a modo de casco. Alegó que era pastafari, y que su religión obliga a llevar en la cabeza un cacharro de cocina de este tipo, de los que sirven para que suelten el agua de cocción las verduras y la pasta. Las autoridades no admitieron esas fotos, y negaron a la solicitante la excepción que solicitaba. No reconocieron al pastafarismo como religión, y, tras haber agotado los recursos internos, la señora De Wilde acudió al TEDH.

La sentencia no le da la razón, porque niega que las convicciones de la demandante constituyan una religión y, en consecuencia, no puede reconocerse ninguna vulneración del artículo 9 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, que proclama la libertad religiosa. Y lo justifica comenzando primero con una síntesis de las creencias de los pastafaris, que forman la Iglesia del Monstruo de los Espaguetis Voladores. El origen de este grupo se sitúa en 2005, en Estados Unidos. En Kansas, los fundamentalistas cristianos trataban de combatir la explicación de la teoría de la evolución en las escuelas. Para ello, pedían que se explicara una versión del creacionismo: el llamado “diseño inteligente”. Como reacción, Bobby Henderson, un joven físico de 24 años, escribió una carta abierta al Departamento de Educación de Kansas. El texto, obviamente satírico, mantenía que el creador del Universo era el Monstruo de los Espaguetis Voladores, y reclamaba que esa doctrina se enseñara junto con la del 'diseño inteligente'.

A Henderson se le unieron otros, que decidieron fundar una iglesia que tenía como deidad al mencionado Monstruo, representado como una albóndiga gigante de la que brotaban espaguetis. Esa iglesia generó sus propios textos sagrados, cuyos nombres recuerdan a los de la tradición judeocristiana: 'Antiguo Pastamento' y 'Nuevo Pastamento', en los que una de sus subdivisiones recibe el nombre de 'Torahtellini, segunda parte'. En lo concerniente a la indumentaria, una nota oficial de la Iglesia del Monstruo de los Espagueti Voladores, de fecha 5 de octubre de 2021, consideraba que el uso de un escurridor como prenda de cabeza es 'una tradición de la fe pastafariana'.

Creo que las autoridades de la fe pastafariana son gente con gran sentido del humor, pero el TEDH no les siguió la corriente. Citando la sentencia 'Eweida and Others v. the United Kingdom' de 1982, indica (párrafo 51) que lo que protege la libertad religiosa son puntos de vista que alcanzan “un determinado nivel de obligatoriedad (“cogency”), seriedad, cohesión e importancia”. Lo que no es el caso, para el TEDH, de los pastafaris. Incluso cita un texto canónico pastafariano ('The Loose Canon') en el que se dice claramente que la Iglesia del Monstruo de los Espaguetis Voladores es una sátira del movimiento en favor del 'diseño inteligente' (párrafos 30 y 53).

La sátira forma parte de la libertad de expresión, y me parece aconsejable como método de lucha contra la superstición y el fanatismo religioso. Y comprendo que aspire a ser reconocida como equivalente al objeto de su parodia: es el mayor golpe de efecto. Pero eso es pedir demasiado a un tribunal, que no puede confundir una religión con su caricatura.

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