Videojuegos

Jugadores expertos

La industria del entretenimiento está comprendiendo la importancia de la acción de jugar para procesar y adquirir conocimiento, y el abanico de posibilidades se expande constantemente

Videojuego Minecraft de Microsoft.

Videojuego Minecraft de Microsoft. / EP

Mónica Vázquez

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Jugar es parte intrínseca de la naturaleza humana. Seamos o no conscientes de ello, el juego es un elemento indispensable de nuestras vidas, perfectamente integrado en las acciones más mundanas, pasando desapercibido en los quehaceres de la rutina adulta. Pero el espíritu formativo de los juegos no nos abandona nunca, por muchos años que hayamos pasado peleándonos con la vida. Y, de vez en cuando, nos descubrimos absortos en una narrativa interactiva en la que nos perdemos sin quererlo, atrapados en repeticiones sistemáticas que liberan la imaginación a la vez que nos anclan en el momento. Al jugar procesamos cantidades ingentes de información a un ritmo frenético, sin darnos cuenta. 

La industria del entretenimiento está comprendiendo la importancia de la acción de jugar para procesar y adquirir conocimiento, y el abanico de posibilidades se expande constantemente convirtiéndose en tierra de todos, amoldándose a las necesidades y gustos de los paladares más exquisitos y tradicionalmente marginados. Nos tientan con productos que nos facilitan el camino hacia conceptos complejos que tendemos a ignorar en el atropellado día a día del adulto saturado, invitándonos a abrazar el recuerdo de quien fuimos cuando teníamos tiempo para jugar. Bajamos la guardia y caminamos de la mano de la vulnerabilidad que tanto nos enseñó de niños y descubrimos cosas como 'Unpacking', un juego desarrollado por Witch Beam. 'Unpacking' es un puzzle relajante en el cual desempaquetamos la historia de un desconocido a lo largo de los años, descubriéndole caja tras caja a través de la vida secreta de los objetos cotidianos. Vemos a alguien crecer, habitación tras habitación, casa tras casa, fijándonos en las cosas que permanecen y las que desaparecen, accediendo a nuestros propios recuerdos, procesando el hecho de que nos hemos hecho mayores poniendo cada cosa en su sitio. Jugando a ordenar una vida ajena nos reconocemos en los pequeños objetos que nos han acompañado a lo largo de la aventura de convertirnos en quienes somos: expertos en el juego de la vida.

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