La lucha contra la pandemia

Qué hemos aprendido del covid-19

Hemos podido constatar que la situación les ha puesto al límite y que debemos plantearnos qué profesionales queremos, cuántos y si invertimos los recursos necesarios para responder tanto en emergencias como en los tratamientos de tiempos normales

Sanidad confirma un primer caso de Ómicron en Canarias

Sanidad confirma un primer caso de Ómicron en Canarias

Pere Puigdomènech

Pere Puigdomènech

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando hablamos del covid-19, ante todo debemos recordar las más de 5 millones de muertes directas en el mundo, 88.000 en España y 16.000 en Catalunya, que han sido contabilizadas hasta ahora. Los daños colaterales para la salud de la carencia de tratamiento o por los efectos del confinamiento serán difíciles de establecer, pero seguro que son también importantes. Por tanto, si nos preguntamos qué hemos aprendido, o lo que todavía estamos aprendiendo, de la pandemia debemos referirnos a los efectos de un virus pandémico que puede causar muerte y dolor y que deberíamos tratar de prevenir una situación similar o, al menos, estar mejor preparados. Es lo que aparece en una publicación del Institut d'Estudis Catalans que se presenta el próximo 21 de diciembre.

Una primera lección puede ser la de los conceptos científicos que hemos aprendido durante estos meses. Conceptos como mutación, mRNA o PCR, por ejemplo, han entrado en nuestro discurso cotidiano. Son conceptos de rutina para la Biología moderna y quizás deberíamos pensar cómo se van incorporando a la cultura general sin esperar a una pandemia porque nos permiten entender el funcionamiento de los organismos vivos y cómo los estudiamos. A esto le debemos añadir que además de la Biología otras disciplinas científicas como las matemáticas, han demostrado a los ciudadanos su utilidad para crear modelos de propagación del virus y de su predicción.

Una segunda lección es sobre cómo se utiliza el conocimiento científico para tomar decisiones. Las autoridades que debían hacerlo necesitaban estar al día de la evolución de la pandemia y de las posibles medidas a tomar. Se necesitan puntos de vista complementarios de diferentes disciplinas y experiencias. En España se optó por un comité formado por funcionarios del Ministerio de Sanidad y en Catalunya por un comité formado por personas de prestigio científico y médico pero que no se constituyó hasta septiembre de 2021. Tener una voz informada e independiente que se dirija a los políticos pero también a la gente en general es esencial en estos casos.

Una tercera lección debemos sacarla del valor de un sistema sanitario público bien preparado. Tanto en los primeros momentos de sorpresa, como en situaciones de desbordamiento y por último en la aplicación de las vacunas, hemos tenido suerte de disponer de los profesionales que forman nuestro sistema de salud. Pero hemos podido constatar que la situación les ha puesto al límite y que debemos plantearnos qué profesionales queremos, cuántos y si invertimos los recursos necesarios para responder tanto en emergencias como en los tratamientos de tiempos normales. Las carencias en el sistema de financiación y en particular del sistema sanitario han quedado claras.

También debemos aceptar lecciones sobre cómo ha sido comunicado el proceso sobre todo hacia la población general. Incluso nuevas palabras han entrado en los diccionarios como el mismo covid-19 y otros. Todo ello ha necesitado, por ejemplo, transmitir decisiones complicadas como las de un confinamiento prolongado basado en datos sanitarios y científicos a veces inciertos. En este aspecto se ha mezclado la incertidumbre en los datos de la infección, cómo se transmitía y sus efectos, con actitudes más o menos sensacionalistas o interesadas que no han servido para que la sociedad se sintiera bien informada.

Hay seguramente muchas más lecciones que debemos aprender en cómo minimizamos los daños económicos o psicológicos que se derivan de una pandemia. Si seguimos la larga historia de pandemias que conocemos, estas han sido a menudo de larga duración, más localizadas y han tenido fuertes efectos sobre las sociedades que las han sufrido. En este caso, la pandemia se ha expandido de una forma mucho más rápida por la facilidad que tenemos actualmente de viajar y por las condiciones de superpoblación de muchas ciudades del mundo. También es verdad que disponer de tecnologías poderosas de comunicación ha servido para intercambiar la información entre los profesionales e informar a la población en tiempo real. El desarrollo de sistemas de diagnóstico y vacunas de una forma acelerada ha sido un éxito indiscutible de las nuevas biotecnologías. Quizás nunca será posible evitar nuevas pandemias, pero debemos aprender a estar preparados para que produzcan el mínimo daños a todos nosotros.

Suscríbete para seguir leyendo