APUNTE

Koeman se autodestruye

Ronald Koeman durante el encuentro

Ronald Koeman durante el encuentro / PATRICIA DE MELO MOREIRA

Albert Guasch

Albert Guasch

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Con la alineación, Ronald Koeman pegó una patada a la puerta y apagó la música de la fiestecita adolescente del domingo. Todos fuera, salvo Pedri, que parece menos niño después de la maratón de partidos del curso pasado. Había alegría en el ambiente, pero Koeman impuso callar, que es la Champions, es Lisboa, ciudad de malos recuerdos, así que menos veleidades juveniles. El resultado: una noche penosa, de sinfonía fúnebre, que dejó al entrenador en muy mal lugar, herido de muerte. 

Al ver el once, es fácil imaginar el gesto hosco que se les debió poner a muchos aficionados que guardaban tan buen recuerdo de la tarde del Levante. La alineación condicionó el humor social y la sucesión de goles en contra, a la fuerza lo empeoró. Porque se presentía un cambio de paradigma tras la juerga del domingo, menos centrales, más Masia, más vitalidad. Y no. Todo fue a peor. 

El descalabro

Si Koeman no ayudó a su causa con la preparación del partido, acabó por dinamitar su crédito después, con su deficiente gestión de lo que ocurrió en el campo. No pareció ayer capaz de tomar una decisión correcta. Se autodestruyó. Y la consecuencia es que el Barça se complica enormemente su futuro en la Champions.

El entrenador quiso poner el abrigo a un equipo que se había sentido sexy ante el Levante. Y resulta que se quedó tirititando ante el Benfica. Retrasó a Frenkie De Jong cuando era de los más incisivos en ataque. Y la apuesta por el otro De Jong, tan torpe y destartalado como se presumía, provoca urticaria. No solo en el aficionado. También en la directiva, que accedió a su incorporación para complacer al técnico por las bajas repentinas de Messi y Griezmann pese a su coste salarial de 4 millones, y el arrepentimiento trepa por las paredes del Camp Nou..

Ni la media hora de Ansu Fati remedió el descalabro. Se vio un equipo dolorosamente descosido, visiblemente mal colocado, y particularmente perdido. Todo ello es responsabilidad del entrenador, que ayer perdió a muchos predicadores de la paciencia. Su defenestración apunta al parón, la semana próxima. Ha dejado al equipo sin música.