La victoria talibán

Afganistán: el país que no quiere a sus mujeres

No sé cuál de las restricciones y maltratos que vendrán es más denigrante, vejatorio o humillante

Una mujer con burka en un campo de refugiados en Kabul

Una mujer con burka en un campo de refugiados en Kabul / HEDAYATULLAH AMID

Carmen Domingo

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Hay muchas situaciones, muchas, en las que ser mujer -hembra de sexo femenino, por si hubiera dudas- puede suponer un drama y una de ellas es haber nacido en Afganistán.

Gracias a un libro publicado hace unos años por la periodista Mónica Bernabé, 'Afganistán, crónica de una ficción', pudimos conocer algo del Afganistán reciente y enterarnos de que nos han vendido una democracia que nunca lo fue del todo. Por eso no sorprende que el coste humano vaya a ser enorme y que con cada minuto que pasa tras la apresurada retirada de Estados Unidos las consecuencias vayan a ser desastrosas, especialmente para las mujeres.

Todos los cambios políticos que han vivido en el país asiático tras la salida de las tropas soviéticas en 1989 les han afectado, y mucho. Solo apuntar que menciono esa fecha porque las mujeres afganas durante la influencia soviética no sufrieron limitaciones por su sexo. Siendo, la mayoría de las etnias que en la actualidad siguen oprimiéndolas, las que se oponían a esa situación de igualdad.

Sin embargo, poco importa la situación de la mujer (ni cuando está bien ni cuando, como ahora, va a empezar un trato denigrante). Así, tras la salida de los soviéticos al bando occidental no le molestó la llegada de los talibanes: bodas de menores, lapidaciones, reclusión bajo el burka… las mujeres fueron perdiendo uno a uno todos derechos humanos y, aunque se escuchaba algún reproche de fondo, nunca era una condena contundente a los talibanes.

Tuvo que llegar Bin Laden, Al Qaeda, y el mayor atentado terrorista de la historia de Estados Unidos para que se decidiera atacar a los talibanes, asentados en Afganistán.

Al fin, la frágil democracia afgana se sostenía solo por tropas extranjeras y en cuanto estas han ido retirándose, y los talibanes recuperando posiciones en las principales ciudades han vuelto al ataque contra las mujeres. Ayer mismo la Asociación Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán hizo una lista de los puntos que los talibanes aplicarán en cuanto tengan el gobierno del país. No sé cuál de las restricciones y maltratos es más denigrante, vejatorio o humillante: desde la imposibilidad de trabajar fuera del hogar hasta la prohibición de realizar cualquier tipo de actividad fuera de casa si no va acompañada de un pariente cercano hombre, pasando por la prohibición de que la visiten médicos (han dicho que en Kabul autorizarán a trabajar a alguna médico y enfermera) o la obligación de llevar burka. Y caso de no llevarlo pueden ser azotadas, incluso si se les ve el tobillo, o lapidadas si son acusadas de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio, y acabo aquí aunque podría seguir: ni faldas, ni hacer deporte, ni llevar uñas pintadas, que se penaliza con amputaciones de los dedos…

No sigo, aunque me gustaría acabar recordando una entrevista reciente a Biden, quien, al preguntarle un periodista sobre la próxima salida de Afganistán no dudó en contestar: “Quiero hablar de cosas felices, hombre”. Pues sí, a las mujeres afganas también les gustaría “hablar de cosas felices” y van a tener que limitarse a sobrevivir, en el mejor de los casos.

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