Muerte de un icono

La comunista Carrà

Fue una actriz como la copa de un pino, con una proverbial capacidad para acometer todos los registros

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Sergi Sol

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La muerte de Raffaella Carrà llega en este tedioso julio, de improviso. Pues no hace tanto tiempo la escuchamos en plena forma. Así fue con Jorge Javier Vázquez en T5, en 2020, espléndida. Este pidió verla pronto. Ya no será posible.

Se han destacado como facetas suyas ser icono del movimiento LGTBI. O haberse declarado comunista. Eso confesó a ‘Interviu’ por allá en 1977, solo dos años después de la muerte del Caudillo. Para entonces, la Carrà ya había hecho un programa para TVE, justo en 1976, cuando el movimiento feminista quemaba sujetadores.

De Carrà se ha destacado su vocación polifacética, pues tanto era capaz de cantar, bailar o interpretar como de sostener un programa por espacio de tres horas. E incluso de hacerlo todo a la vez: cantar, bailar y a su vez conducir un programa de entrevistas y entretenimiento.

Los amables obituarios destacan estos días que era una mujer transgresora, avanzada a su tiempo, actriz (estuvo en Hollywood) o su esbelta figura y sus letras desacomplejadas que rompían tabús. Y todo es cierto. Lo que no se cuenta tanto es su proverbial capacidad para hablar idiomas. Y su aguda inteligencia.

Fue en la década de los 90 cuando más se prodigó en España, con la salvedad de que en 1988 TV3 emitió su programa ‘El show de Raffaella Carrà’, de la RAI. En 1992 se trajo a TVE a Mel Gibson, ya famoso luego de interpretar a Riggs en la saga ‘Arma letal’ que se había estrenado en 1987. Esa entrevista lo dice casi todo de la boloñesa, una Carrà que con su acento italiano se dirige a los espectadores en un solvente castellano mientras entrevista al apuesto Mel Gibson en inglés. Sin intérprete de ningún tipo, es ella quien traduce a un Gibson tan sonriente como sobrepasado, y a quien simultáneamente traduce al inglés lo que cuenta a los espectadores. ¿Cuántos profesionales de la televisión serían capaces de hacer eso hoy?

Raffaella Carrà fue una actriz como la copa de un pino, con una proverbial capacidad para acometer todos los registros. Y además persuasiva, lo suficiente para lograr que Gibson acabara la entrevista ordeñando una vaca en directo para goce de los espectadores.