MWC: Más que un congreso

Por fin, el Mobile World Congress ha regresado. Aún muy lejos de su dimensión tradicional, a causa de la pandemia, Barcelona ha vuelto a ser el centro mundial de las nuevas tecnologías. Una semana en que la ciudad ha acogido un número notable de visitantes, que nos han dejado su dinero en restaurantes, hoteles y taxis. Así, en los próximos días ya conoceremos el impacto económico directo del congreso.

Sin embargo, esta es una feria muy distinta a las tradicionales, para las cuales el gasto directo es la mejor fórmula para medir su contribución a la ciudad. En el caso del Mobile, su mayor aportación es el favorecer la consolidación de una industria local de nuevas tecnologías y, en paralelo, la atracción de sedes nacionales o europeas de las grandes multinacionales del sector. Y, en este sentido, Barcelona dispone de todos los atributos, desde su ubicación geográfica a su personalidad y tradición, para resultar imbatible en la pugna por atraer empresas y emprendedores digitales. Sin embargo, pese a haberse desarrollado una cierta industria local, esta se halla muy lejos de aquello a lo que podemos aspirar. Así, por ejemplo, prácticamente ninguna compañía destacada tiene sede en Barcelona. 

Con este “volver a empezar” que emerge tras la pandemia se nos abre una nueva oportunidad para, aprovechando que albergamos el congreso, consolidarnos como una de las referencias globales del sector. Pero no podemos tardar mucho, pues ese “monopolio” del Mobile irá perdiendo fuelle en la medida en que el sector va alcanzando su madurez y se dan otros congresos similares en diversas partes del mundo. 

Seguir valorando el Congreso por el gasto directo de sus participantes es una lectura equivocada del sentido del evento. Se hace difícil predecir el futuro del Mobile y si tantos miles de participantes acudirán a Barcelona cada año. Pero, de lo que no cabe duda, es que la nueva economía ha venido para quedarse. Y lo tenemos todo para que se quede en Barcelona. Depende de nosotros.

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