Pros y contras

Vox y el estigma LGTBI

Laminar los derechos del colectivo LGTBI forma parte de la esencia de la ultraderecha

Protesta contra las agresiones homófobas convocado por la Plataforma LGTBI

Protesta contra las agresiones homófobas convocado por la Plataforma LGTBI / JORDI OTIX

Emma Riverola

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El Observatorio Madrileño contra la LGTBIfobia ha detectado en lo que va de año más de 50 agresiones a homosexuales. En Catalunya, el Observatori contra la Homofòbia ha registrado más de 77 agresiones a personas LGTBI desde que empezó el 2021. La violencia sigue en aumento. España no es un caso aislado. La ONU ha advertido de que la pandemia de covid-19 ha aumentado la vulnerabilidad de lesbianas, gays, bi, trans e intersex. “Todavía hay 69 países que criminalizan las relaciones entre personas del mismo sexo y las personas transgénero son sometidas a castigos en, al menos, 26 países y sufren niveles de violencia sin precedentes”.

El estigma crece y no es casualidad. En su intervención en el pleno de investidura de Isabel Díaz Ayuso, Rocío Monasterio pidió derogar las leyes LGTBI. Era evidente que la petición no saldría adelante, pero la portavoz de Vox sabía muy bien que su intervención no sería inocua. Laminar los derechos y acrecentar el estigma LGTBI forman parte de la esencia de la ultraderecha. Al solicitar derogar las leyes que lo protegen, no solo niega la violencia que se abate sobre el colectivo, sino que pretende hacerlo pasar a sus miembros por privilegiados. Es todo tan antiguo.

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