Apunte

Maravillosos indultos

Los indultos todavía no existen pero ya han servido para desenmascarar a los iluminados y para mostrar que solo se avanza cuando se cede: por primera vez la política gana a las emociones

Sánchez desdeña el coste por los indultos y apuesta por abrir una nueva etapa

Sánchez desdeña el coste por los indultos y apuesta por abrir una nueva etapa /

Ernest Folch

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El médico Pedro Sánchez esboza ahora mismo una sonrisa con la jeringuilla de los indultos en la mano. Su logro de verdad no será el mero calmante, que no cura pero que al menos desinflama, sino la reacción histérica que ya ha provocado en la sala de espera. Los gritos de desesperación de la extrema derecha y del socialismo extremo, con Felipe González a la cabeza de los indignados, son la prueba de que lo que algunos detestan de verdad no son unos indultos, que por otra parte llegan tarde, sino que alguien haya decidido a empezar a curar la herida. Que personajes carpetovetónicos y encima también indultados, como Vera o Barrionuevo, hayan salido en tromba contra Pedro Sánchez, cogidos de la mano de García Page o Fernando Savater, indica que, efectivamente, la industria política y mediática que ha vivido del separatismo para tapar su propio nacionalismo está dispuesta a cualquier cosa, antes de quedarse sin el monotema que todo lo justifica: la cuestión es que, tanto en España como en Catalunya, una jauría de adictos a la represión han tenido un ataque de pánico, cuando han visto que se termina su modus vivendi de la última década.

Rechazar y menospreciar los indultos, en nombre de la unidad patria o de la amnistía, son dos caras opuestas de la misma perversa moneda. Porque la gran maravilla de estos indultos todavía no natos es que están sirviendo para desenmascarar a los radicales y a los farsantes que, diciendo que quieren arreglar el conflicto, lo único que quieren es ganar. El indulto obliga a moverse a todo el mundo y cada líder tendrá que lidiar con sus propios iluminados, pero quien se lleva la palma es Pedro Sánchez, al que la vieja guardia del PSOE curiosamente le escupe todo lo que no ha sido capaz de decirle a Vox. Y si todo esto pasa con una sencilla inyección de indultos, imagínense qué no sucederá cuando empiece la quimioterapia de la mesa de negociación. De momento, podemos felicitarnos: por primera vez en mucho tiempo la política avanza y se impone a las emociones.

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