Crisis en Ceuta

Seres humanos como mercancía geopolítica

El apoyo norteamericano a Marruecos ha envalentonado a Mohamed VI, propiciando una política exterior más asertiva

Personas migrantes caminan por la playa del Tarajal, en Ceuta, el pasado 17 de mayo de 2021.

Personas migrantes caminan por la playa del Tarajal, en Ceuta, el pasado 17 de mayo de 2021.

Carlos Carnicero Urabayen

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La sombra de los presidentes norteamericanos es alargada, incluso cuando han abandonado la Casa Blanca. Podría decirse que la chispa que ha prendido estos días en Ceuta, generando la peor crisis entre Marruecos y España en años, enredando cruelmente a seres humanos como mercancía geopolítica, prendió originalmente de los alegres dedos de Trump, en los tiempos en que todavía era tuiteador en jefe.

El magnate norteamericano salió del poder el pasado 20 de enero, pero unos días antes publicó un mensaje que cambiaría una posición norteamericana mantenida durante décadas. Como contrapartida por el estrechamiento de las relaciones con Israel por parte de Marruecos, Trump regaló a Rabat munición para sus aspiraciones en el Sahara Occidental, al declarar que Estados Unidos favorecía su soberanía

El apoyo norteamericano a Marruecos ha envalentonado a Mohamed VI, propiciando una política exterior más asertiva. Recientemente se enfrentó con Alemania, mandamás en la UE. Y estos días lo hace con España, con quien comparte una frontera caliente que en realidad es, también, una frontera con la UE. Pronto sabremos si Marruecos se ha pasado o no de frenada, al utilizar sin una pizca de humanidad a los desesperados, niños y mujeres incluidas, como mercancía geopolítica. 

Por el momento, Joe Biden no deshace el giro de Trump, pero tampoco apoya a Marruecos a pecho descubierto. Los movimientos de la administración americana dependerán también de cómo evolucione la frágil tregua que han alcanzado Hamas e Israel, cuya última escalada también ha contribuido a activar la bala migratoria de Rabat (ante las simpatías locales con Palestina y el acercamiento del gobierno a Israel, un conflicto fronterizo con España parece oportuno para desviar la atención). Pero el “regalo de Trump”, como ha explicado el analista del Instituto Elcano Haizam Amirah Fernández, tiene riesgos.

El Rey Mohamed VI debe calibrar sus fuerzas, ante la geografía y los bolsillos de sus compatriotas. Ceuta y Melilla es la única frontera terrestre entre África y la UE. “Ceuta es Europa. Esa frontera es europea y lo que allí suceda… no es un problema para Madrid, es un problema para todos”, ha dicho Margaritis Schinas, comisario europeo.

La UE debe preguntarse hasta cuando aceptará cambiar cromos, aceptando el uso de vidas humanas como mercancía política

Marruecos cuenta, desde 2007, con asistencia financiera por parte de Bruselas por cantidades que superan los 13.000 millones de euros. El nuevo presupuesto de la UE para el periodo 2021-2027 aumentaría además dicho apoyo, siempre y cuando las cosas no se tuerzan.

La UE tiene experiencia enfrentándose al chantaje de la inmigración como cruel arma geopolítica. Ha sucedido en los últimos años con el presidente turco Erdogan, maestro en explotar las debilidades de la UE en beneficio propio. La Unión, que sigue sin una política migratoria común, a pesar de que no tiene de facto fronteras internas, se ha acostumbrado a externalizar el control migratorio y a depender de gobiernos autoritarios en su vecindad para regular los flujos humanos que, inevitablemente, viajan al norte en busca de supervivencia.

No es difícil comprender por qué más de 8.000 personas entraron en Ceuta, en apenas 48 horas. Según cálculos de Branko Milanovic, el PIB per cápita de Europa Occidental ronda los 40.000 dólares, frente a los 3.500 del África subsahariana (11 veces menos). En 1980, Europa tenía más habitantes que el África Subsahariana. Hoy, esta multiplica por 2,5 la población de Europa Occidental. La distancia entre las dos orillas del Mediterráneo no cambia, pero los incentivos para emigrar al norte parecen evidentes.

Marruecos pretende explotar estas circunstancias. Quiere aprovechar el impulso político heredado de Trump para lograr sus objetivos principales en el exterior (desde el Sahara a las mejoras en las ayudas europeas), sabiendo que la llave del grifo migratorio le da buenas cartas en esta partida. Además, la cooperación marroquí en cuestiones de seguridad y terrorismo es clave, por mucho que la pandemia nos haya hecho olvidar los atentados que hemos sufrido en la última década. Probablemente, las aguas volverán a su cauce, por el peso de los intereses compartidos, pero la UE debe preguntarse hasta cuando aceptará cambiar cromos, aceptando el uso de vidas humanas como mercancía política. 

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