Debilidad diplomática europea

Bombardeos israelís en Gaza

Bombardeos israelís en Gaza / Reuters / Stringer

Eliseo Oliveras

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El conflicto Israel-Palestina es una de las áreas donde es más patente la debilidad diplomática europea. Pero no es la única, debido a los vetos y lo problemático que resulta para los Veintisiete consensuar su política exterior, la ampliación en los Balcanes y hasta su estrategia comercial global.

 La negativa de Hungría a respaldar esta semana en el Consejo de Asuntos Exteriores de la Unión Europea (UE) la posición común a favor de la desescalada en la nueva crisis del endémico conflicto Israel-Palestina evidencia la deficiencia fundamental de la política exterior europea: la divergencia de los intereses políticos y económicos nacionales de los Veintisiete y su persistente incapacidad de compartir una estrategia global común, coherente y efectiva, al servicio del conjunto de los ciudadanos europeos.

La UE, que en el pasado destacó en la búsqueda de soluciones al conflicto Israel-Palestina, ha quedado relegada a un papel cada vez más irrelevante a lo largo de los últimos 15 años, limitándose a costear las infraestructuras que destruyen los bombardeos israelís. La UE carece de influencia y capacidad de presión tanto sobre Israel como sobre las fuerzas palestinas. unque la UE sigue siendo el principal donante de Palestina, ha perdido su antigua influencia al negarse a reconocer la victoria democrática de Hamas en las elecciones del 2006, al no sancionar la expansión de las colonias israelís ilegales en Cisjordania y Jerusalén Este que hacen inviable la solución de los dos Estados y al acomodarse a la asfixia de Gaza y a la perpetuación en el poder desde el 2005 del presidente palestino, Mahmoud Abbas, que gobierna por decreto y que va aplazando sucesivamente la celebración de elecciones (la última vez el 30 de abril).La mala conciencia europea por el Holocausto nazi y las persecuciones judías en numerosos países europeos inhibe a la UE, y en especial a Alemania, de adoptar cualquier medida efectiva de presión sobre el Gobierno israelí, a pesar de que la UE es el principal socio comercial de Israel. Además, el terrorismo islamista de las dos últimas décadas ha reforzado el respaldo acrítico a Israel demás gobiernos europeos.

Hungría, puerta de China en la UE

El conflicto Israel-Palestina es una de las áreas donde es más patente la debilidad diplomática europea, pero no la única. Hungría también bloqueó el 10 de mayo, por segundo mes consecutivo, una declaración común de la UE para condenar las medidas autoritarias adoptadas por China en Hong Kong. El primer ministro húngaro, ViktorOrban, cuyo entorno se beneficia de las cuantiosas inversiones chinas, ha convertido a Hungría en la principal cabeza de puente de China dentro de la UE y futuro centro logístico chino, gracias a grandes proyectos ferroviarios, a la instalación de industrias y la apertura de una universidad china en Budapest. Por su parte, Berlín, atendiendo los intereses de la industria alemana, impuso a sus socios europeos la firma apresurada de un Acuerdo Global sobre Inversiones entre la UE y China el 30 de diciembre del 2020, cuyos detalles en los anexos indican fuertes desequilibrios a favor de Pekín. Ahora el Parlamento Europeo acaba de "congelar" el proceso de ratificación de ese acuerdo.

En los Balcanes, Bulgaria bloquea desde el 2020 el inicio de las negociaciones de adhesión a la UE de Macedonia del Norte por bizantinas razones domésticas. Esto contribuye a debilitar aún más la influencia europea en la región, ya muy deteriorada por la escasa ayuda sanitaria de la UE durante la pandemia. El primer ministro macedonio, ZoranZaev, advirtió esta semana de que la actitud de la UE fomenta el crecimiento del euroescepticismo en los Balcanes y facilita que China y Rusia amplíen su influencia en la región.

EEUU ha suspendido temporalmente las sanciones anunciadas contra las empresas que participan en el gaseoducto ruso Nord Stream 2, lo que ha vuelto evidenciar los enfoques divergentes en la UE respecto a Rusia. Mientras la decisión ha sido acogida con satisfacción por Alemania (principal inversora de la UE en el proyecto) y los estados miembros de Europa occidental, para Polonia y los países bálticos, opuestos al gaseoducto, ha sido un revés político.

A la UE incluso le resulta muy difícil acordar su nueva estrategia comercial común. El Consejo de Ministros de la UE de Comercio fue incapaz de aprobarla el 20 de mayo como estaba previsto debido a las divergencias sobre el nivel de autonomía estratégica y protección de sectores clave, las cláusulas medioambientales y de lucha contra el cambio climático y el contenido del acuerdo comercial con el Mercosur latinoamericano. Hungría aprovechó la reunión para anunciar que no ratificará el nuevo Acuerdo de Comercio y Desarrollo de la UE con los países de África, Caribe y Pacífico concluido el pasado diciembre y que sustituye a los acuerdos de Cotonú. 

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