Abstención del PSOE

La lucha trans es profundamente feminista

Ha ganado el miedo que clama que este derecho fundamental creará inseguridad jurídica y fraude de ley

Activistas trans durante una protesta ante el Congreso de los Diputados.

Activistas trans durante una protesta ante el Congreso de los Diputados. / JOSE LUIS ROCA

Judith Juanhuix

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Es simple: quien se abstiene de legislar derechos los niega. Así, con la abstención, el PSOE ha negado junto con PP y VOX el derecho de las personas trans a determinar su personal e intransferible identidad en el género. Que se incluye, según sentencia del TEDH, en el derecho al libre desarrollo de la persona, a su vez incluido en el artículo 8 del Convenio de Derechos Humanos. Tanto da si el origen de esta identidad es genético o mimético, hasta el Constitucional y el Supremo creen que, si afecta a una vida, aquella vida tiene potestad para determinarla. ¡Vaya panda de 'queers' con peluca!

Pero no. Eran los derechos humanos contra la teoría del miedo y ha ganado el miedo que clama que este derecho fundamental creará inseguridad jurídica y fraude de ley. Incluso hará que uno de los grupos más discriminados del planeta consiga lo que no ha hecho el patriarcado en milenios: ¡borrar a las mujeres! Poco importa que el Constitucional establezca que el bien social de la seguridad jurídica no puede limitar los derechos humanos, que son un bien superior. Ni que la ley asegure la inalienabilidad de los actos antes del tránsito de género. Ni que el mismo texto fuera seguro jurídicamente cuando el propio PSOE lo presentó en 2017. Ahora las personas trans somos un peligro y no se debatirá cómo respetar nuestras vidas.

Ahora salgamos del Congreso y bajemos a la calle. Más allá de la teoría de la desaparición de las mujeres vemos la tozuda realidad de las personas trans masacradas socialmente. Especialmente las mujeres, claro. Paro extremo, violencia sistémica, tutela, despersonalización, exclusión. ¡Incluso el deseo hacia nosotras es clandestino!

Y aquí el PSOE, que se reclama partido de derechos, tiene el dilema. No ha permitido el debate de la ley trans pero conoce las violencias que sufrimos. ¿Qué propondrá para nosotras?¿Una tutela judicial o administrativa que dicte quién es trans de verdad?¿Pero no creará el prejuicio del funcionario, aceptando o no documentos que acrediten un género, una inseguridad jurídica real?¿Quizás propondrá una medicalización que amolde nuestros cuerpos al canon? ¿Una ley trans sin las personas trans?

No. Ya es tarde. Por más que el feminismo católico, apostólico y radical pontifique en grandes tribunas, la gente trans, en toda su diversidad, ya estamos en todas partes. Los feminismos de raíz, de trinchera, saben que no somos nosotras quien contamina la atmósfera que todas respiramos. La sororidad de calle sabe que los derechos trans son también los de todas las mujeres porque vencen el determinismo social. Lejos de la caricatura, nuestra lucha es profundamente feminista.

Hará bien el PSOE de utilizar su gran recurso: la cintura. Como Gloria Steinem, flamante premio Princesa de Asturias, que en los años 80 era crítica y ahora firma un manifiesto que proclama que las mujeres transgénero somos mujeres y denuncia la retórica antitrans. El PSOE se ha abstenido de legislar derechos y, así, los ha negado en la última propuesta, pero el dinosaurio trans continuará allí cuando despierte. La cintura y el añorado espíritu Zerolo lo tiene que empujar a sentarse con Podemos, que ya tiene el pulso de la comunidad trans, con voluntad real de legislar por la vía del Consejo de Ministros, y si la cintura aún es de avispa lo hará antes del orgullo LGTBI. Y siempre legislará desde los derechos y no desde el miedo porque son los derechos, y no el miedo, la base de la sociedad que propone el PSOE, ¿no?

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