La tribuna

Díaz Ayuso: una oportunidad perdida para el feminismo

Las opciones políticas que invisibilizan las desigualdades, por mucho que el altavoz lo sostenga una mujer, nunca transformarán la vida de las mujeres

Isabel Díaz Ayuso

Isabel Díaz Ayuso / JOSÉ LUIS ROCA

Gemma Altell

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Los resultados electorales del martes 4 de mayo en Madrid son una oportunidad perdida para una transformación que pivote en el eje social, se comprometa con los derechos humanos y con la igualdad de oportunidades. Entiendo que la izquierda ahora debe hacer una reflexión y autocrítica profundas sobre por qué no es capaz de hacer atractiva una/s opciones políticas que representan, a priori, los intereses de la mayor parte de la sociedad. En esta necesidad de reflexión debe incluirse el feminismo que, intentando poner el foco en la desigualdad estructural de las mujeres y la necesidad de revertirla, debe necesariamente ser una opción de izquierdas y así hay que defenderla, sin complejos. 

Tener una candidata mujer -que en este caso ha ganado las elecciones ampliamente- no garantiza ni la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en sus políticas, ni una voluntad expresa de incorporar una mirada feminista en el discurso y mucho menos aún garantiza los derechos de todas las mujeres. Como tampoco es machista criticar la acción política cuando esta la desarrolla una mujer. Cuando los discursos negacionistas (de la desigualdad de género) de la derecha y ultraderecha española esgrimen que la meritocracia será el concepto que -como en un pensamiento mágico- permitirá que cada mujer acceda a las condiciones materiales, derechos, posiciones de poder, etcétera, que merece, no hace más que mostrar la falta de formación y conocimiento sobre la sociedad en la que vive y a la que pretende gobernar. El feminismo no es una opinión. Sí es un posicionamiento ideológico; pero basado en un corpus de conocimiento que ilustra cuál es la génesis y los mecanismos de perpetuación de la dominación patriarcal, así como las consecuencias del encorsetamiento de los roles de género en todos los ámbitos de nuestras vidas: político, económico, social, relacional, laboral, subjetivo, etcétera. Es por ello por lo que es imprescindible que este conocimiento atraviese siempre las políticas públicas. Las opciones políticas que invisibilizan las desigualdades, por mucho que el altavoz lo sostenga una mujer, como en este caso Díaz Ayuso, nunca transformarán la vida de las mujeres. Pueden contribuir a sostener y reforzar los privilegios de algunas de ellas, solamente. 

Las políticas de la presidenta madrileña han sido, y todo parece indicar que serán, machistas, porque este es el marco ideológico de su partido, como también lo es de la ultraderecha

Quizás nos conviene recordar a muchas (y muchos) de nosotras que gran parte de lo que somos y tenemos no ha sido fruto de nuestro esfuerzo sino de unas condiciones privilegiadas de partida; por ejemplo, por haber nacido en Europa, por tener una piel clara o unas condiciones materiales suficientes que nos han permitido ir a la universidad. Es, desde la comprensión profunda de esa condición privilegiada, que debemos centrar los esfuerzos políticos en garantizar derechos que reequilibren desigualdades. Las mujeres, solo por el hecho de nacer mujeres, hemos experimentado la posición de subordinación en muchos aspectos vitales (unas más y otras menos) pero la posición feminista radica en la toma de conciencia de esa subordinación y a la vez de privilegio (en el caso de las mujeres políticas, entre otras).

Nacer mujer no implica tener conciencia feminista y ninguna mujer debe ser más criticada que un hombre por no tener la mirada feminista. No caigamos en la eterna trampa de censurar doblemente a las mujeres por cualquier acción. Pero desde ese mismo punto de vista ser mujer política tampoco debe ser un 'seguro de vida' ante las críticas políticas. Debemos decir que las políticas de Ayuso han sido -y todo parece indicar que serán, machistas. Porque este es el marco ideológico de su partido, como también lo es de la ultraderecha. Por consiguiente, es importante desenmascarar la estrategia de la derecha de situar un gran número de mujeres en puestos de relevancia política con el fin de neutralizar el discurso feminista defendido por las opciones de izquierda. Debemos explicar mejor en qué consisten las políticas feministas más allá de garantizar la paridad en las listas o en los cargos. Las mujeres tenemos derecho a que se garantice nuestra presencia en lugares de poder político, pero la sociedad tiene derecho a que el contenido de las políticas que se lleven a cabo sean feministas y transformadoras.

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