Pros y contras

Como si fuera Nochevieja

Conozco gente que piensa montar una cena con amigos este sábado, hacerla durar hasta las doce y, entonces abalanzarse a la lujuria de la noche

La Rambla, bajo toque de queda

La Rambla, bajo toque de queda / Ferran Nadeu

Josep Maria Fonalleras

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La pandemia nos ha hecho vivir historias dramáticas y también hilarantes. Tragedias personales y aventuras picarescas. Emotividad y humor. Este sábado, si no hay remedio (que todo podría ser: ya conocemos los recovecos del destino en forma de decretos contradictorios), viviremos uno de los momentos más increíbles de toda la serie de momentos increíbles vividos. Desde las diez hasta las doce de la noche tendremos que estar en casa, haciendo lo que hacemos en casa desde hace seis meses, y, como una Cenicienta a la inversa, cuando suenen las campanadas, nos calzaremos con zapatos de cristal y podremos salir como si nada, no para tomar copas, sino para disfrutar de la libertad de salir de casa a la hora que queramos, aunque sea para dar la vuelta a la esquina.

Conozco gente que piensa montar una cena con amigos, encerrados en el castillo, hacerla durar hasta las doce y, entonces, como si fuera Nochevieja, abalanzarse a la lujuria de la noche y conquistar las calles oscuras a la búsqueda del simple placer de poder hacerlo sin coerciones. Una celebración discreta. Y luego ir a dormir temprano, que por la mañana toca misa y resulta que ya estamos tan acostumbrados a hacer lo que toca que no vendrá de una.

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