La nota

¿Ayuso contra Biden?

La presidenta de Madrid propone bajar impuestos mientras que el nuevo presidente americano quiere elevarlos

Isabel Díaz Ayuso

Isabel Díaz Ayuso / Alejandro Martínez Vélez / Europa Press

Joan Tapia

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Isabel Díaz Ayuso se presenta no solo como la candidata a presidir Madrid -ya es presidenta desde 2019 y ha convocado elecciones en uso de sus facultades- sino como una alternativa a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias. El lema de su campaña, "Socialismo o Libertad", luego "Comunismo o Libertad", que para ella deben ser primos hermanos, ilustra bien esta intención. Votar Ayuso sería una gran moción de censura de Madrid a Sánchez y sus aliados.

Y que Pedro Sánchez haya entrado al trapo, y tapado en parte a Ángel Gabilondo, puede ayudar a Ayuso porque en las elecciones parciales de muchos países -Francia es un ejemplo cercano- hay una tendencia a castigar al Gobierno que, sea cual sea el resultado, va a continuar en el poder. Y Sánchez ha optado por exhibirse como el Gobierno al que el 4 de mayo se le podrá dar la bofetada.

Pero hay otra idea tótem de la campaña de Ayuso, tradicional en el liberalismo conservador, y más desde que Reagan ganó las elecciones americanas en 1980: los impuestos frenan la capacidad de iniciativa y bajarlos estimula el crecimiento. Aznar ya cabalgó sobre ella y algunos frutos dio. E Isabel Ayuso, y Pablo Casado, la están elevando ahora a dogma indiscutible, olvidando que no hace tanto Cristóbal Montoro tuvo que subirlos para corregir el excesivo déficit público.

Desde luego la vieja idea progresista de que los impuestos altos eran algo así como un curalotodo para corregir las desigualdades y redistribuir la riqueza se ha demostrado que tenía muchas limitaciones. Los impuestos son necesarios para financiar los servicios públicos, pero no son la panacea y, en un mundo globalizado, un alza excesiva puede tener más inconvenientes que ventajas.

Respecto a los impuestos, tanto el simplismo socialdemócrata -los impuestos progresivos son siempre positivos- como el liberal -matan el progreso económico- han quedado superados. Depende del impuesto, la tasa y el contexto.

Pero ahora en el mundo (FMI) y en América (Biden) asistimos a una seria reconsideración del exceso liberal. Aquello tan reaganiano de que "el Estado es el problema, no la solución", se ha estrellado ante el gran desplome de la economía por el coronavirus. Y Ayuso con su mensaje de 'Madrid paraíso fiscal' se contrapone no solo a Sanchez sino también al nuevo presidente americano. En efecto, las propuestas de Biden abogan por la rehabilitación de los impuestos. Trump bajó el de sociedades al 21% (con Obama era el 34%) y ahora Biden propone subirlo al 28%.

Y la propuesta de Biden más relevante, que ha sido expuesta por su secretaria del Tesoro, Janet Yellen, es establecer una tasa mínima del impuesto de sociedades para todos los países. Así las multinacionales no podrían caer en la tentación de deslocalizar sus actividades por motivos fiscales.

Es una propuesta innovadora, sorprendente en un presidente americano, que no será fácil de implementar y que cuestiona incluso a la Unión Europea en la que -al ser la fiscalidad competencia de los estados nacionales- coexisten gravámenes de sociedades del 25% (o más) con otros del 10% como en Irlanda, cuyo fuerte crecimiento se ha beneficiado del 'dumping fiscal'.

Las propuestas de Ayuso contradicen pues no solo las de Sánchez y Calviño (en la práctica muy cautas hasta ahora), sino también las de Biden. Pero en la campaña de Ayuso prima la oportunidad sobre la coherencia y seguro que no dice que su gran principio de bajar impuestos contradice también a los de Joe Biden. No piensa en la Casa Blanca... todavía.