Elecciones en América Latina

El avance populista

Votación para las elecciones de Ecuador Pabellón textil de la Fira de Barcelona

Votación para las elecciones de Ecuador Pabellón textil de la Fira de Barcelona / Elisenda Pons

Rafael Vilasanjuan

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La deriva latinoamericana alarma: Venezuela, Brasil, México, Bolivia, Argentina… Poco importa que el populismo pueda ser de izquierda o de derechas, lo cierto es que avanza y las elecciones en Ecuador y Perú, este fin de semana, confirman nuevas escalas en un mapa donde los gobiernos naufragan y las democracias se ahogan.

En Ecuador con el líder Rafael Correa en el exilio por corrupción, sus seguidores pueden recuperar el palacio presidencial; en Perú – con las urnas aún abiertas- sabemos que una mayoría de los votantes no quieren a ninguno de los candidatos. En ambos países la polarización es el cultivo donde progresan populismos de distinto signo. En Perú, es todavía mas sangrante. Este país no compite en la liga de las potencias regionales, pero el puzle a resolver tras las primarias reúne todas las dudas que hacen del continente latinoamericano un espacio a la deriva. Vamos a tener que esperar una segunda vuelta en junio, pero la primera ya indica populismos en construcción: respuestas fáciles a problemas complejos, con mucha emoción y muy poco contenido. 

La dinámica populista contagia a la velocidad del virus. Con Bolsonaro en Brasil y Maduro en Venezuela, es imposible creer que Lima o Quito acaben siendo capitales de la deriva totalitaria americana, pero los síntomas del descontento indican que algo no funciona al otro lado del océano, cuando la ausencia de líderes y partidos deja que se cuelen todo tipo oportunismos. Es un síntoma que el covid solo ha venido a agravar. Perú, como buena parte de sus vecinos, es uno de esos países de renta media abandonados en la respuesta internacional a la crisis. Solos frente a la pandemia, nadie va a acudir en su ayuda para procurar vacunas o tratamientos. Tampoco sus dirigentes, la mayoría implicados en tramas de corrupción. No es extraño que los ciudadanos acaben dado la espalda al sistema, y que resulten gobiernos sin legitimidad suficiente, que solo hacen mas inestable todavía a una región del mundo a la deriva.