Relevo en el Ejecutivo

Sin Iglesias no será lo mismo

Con el talante menos chirriante de su sucesora, la vicepresidenta tercera Yolanda Díaz, las cosas puedan discurrir con más tranquilidad

Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados. FOTO: JOSÉ LUIS ROCA

Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados. FOTO: JOSÉ LUIS ROCA / José Luis Roca

Rosa Paz

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Nada hace pensar que con la salida de Pablo Iglesias del Gobierno “los límites y las contradicciones en la coalición” entre PSOE y Unidas Podemos, de las que él mismo habló en su despedida, vayan a desaparecer. Seguramente tampoco aumentarán. Pero lo que sí parece que puede ocurrir, y así lo espera la parte socialista del Ejecutivo, es que con el talante menos chirriante de su sucesora, la vicepresidenta tercera Yolanda Díaz, las cosas puedan discurrir con más tranquilidad. Al menos emitiendo menos ruido hacia el exterior.

Porque Díaz es dura en la defensa de sus posiciones, pero lo que ha demostrado hasta el momento como ministra de Trabajo —competencias que mantiene— es que tiene mayor disposición a negociar, más prudencia a la hora de expresarse públicamente y un temple personal que le permite alcanzar acuerdos transversales como los conseguidos con patronal y sindicatos para paliar los efectos de la pandemia. Claro que se aproximan momentos difíciles en el seno del Gobierno con el debate, ya encrespado, por la limitación del precio de los alquileres o los que se avecinan sobre la derogación —o hasta dónde— de la reforma laboral, la reforma del sistema de pensiones o la fiscalidad. Pero si ella mantiene su actual estrategia, las vicepresidentas y ministros socialistas tendrán que afinar sus dotes negociadoras y la ciudadanía no tendrá que soportar la sensación de un equipo gubernamental a la greña.

Dicen que el discurso duro lo mantendrá Iglesias desde fuera y la ministra de Asuntos Sociales, Ione Belarra, desde dentro. Podría ser un reparto de papeles. Pero por mucho poder en Unidas Podemos que conserve el exvicepresidente, no es lo mismo plantear la oposición dentro del Gobierno que fuera de él, y Belarra no tiene ni su fuerza ni tampoco la de la vicepresidenta tercera. Será, por tanto, Díaz la que marcará la pauta. Interesante también ver qué papel juega el secretario general del PCE, Enrique Santiago, primer jefe comunista que forma parte de un Gobierno efectivo, desde la Secretaría de Estado para la Agenda 2030.

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