Apunte

Esto es lo que hay

No hace falta el cariño para ser socios pero sí respetar unas reglas, igual que cuando se comparte casa

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias / David Castro

Inma Carretero

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Hay matrimonios que asumen que no se pueden divorciar. No pueden permitirse el lujo de pagar dos viviendas ni fijar una cuota para la manutención de los hijos. Pasados el amor y las ganas, sobreviven bajo el mismo techo, forzados por las circunstancias. Se repiten un "esto es lo que hay" que destila la misma resignación que la de muchos en el PSOE, convencidos de que Pedro Sánchez solo puede romper la coalición y convocar elecciones cuando haya brotes verdes en la economía. Mientras tanto, solo cabe buscar la estabilidad. "No hay alternativa", reponen los morados con cierto recochineo.

Lo de gobernar nada tiene que ver con el romanticismo. No hace falta el cariño para ser socios pero sí respetar unas reglas, igual que cuando se comparte casa. Definir el espacio de cada uno, el margen para la discrepancia sobre el proyecto y las decisiones que, en pro del bien común, tienen que tomarse por consenso. Y nada de esto está resuelto en la coalición del PSOE y Unidas Podemos.

Un año después del pacto, no han logrado tejer una relación de confianza y lealtad que permita sentarse alrededor de una mesa, con franqueza, sin temor a que pueda ser contraproducente. Es cierto que superaron el ataque de la derecha en la primavera de 2020 y que el Gobierno salió fortalecido políticamente de la adversidad, pero la asignatura de la cohesión sigue pendiente.

"Nos han pedido literalmente el Gobierno entero", lamentaba Carmen Calvo en julio de 2019, cuando estaba ya sentenciada la repetición electoral. El reparto llegó después, pero el pulso se mantiene hoy. El Ministerio de Igualdad lo ocupa Irene Montero, pero el PSOE se resiste a perder esa bandera. No es lo mismo 120 que 35 escaños, proclaman. A Pablo Iglesias le adjudica el BOE una serie de competencias pero él se arroga el rol de supervisor de todo el Ejecutivo.

Tanto que le preocupaba a Sánchez que hubiera dos gobiernos en uno y resulta que lo que tiene a veces son dos oposiciones. Tanto que le costó darle el sí a Iglesias y ahora tiene que hacer sostenible la convivencia como sea, hasta que vengan tiempos mejores.