NUEVO ESCENARIO POLÍTICO

El 14-F y 'el efecto Vox'

El partido de Abascal no parece un actor decisivo en el Parlament, pero posiblemente aportará tensiones nuevas al complejo mosaico de ocho grupos

El candidato de Vox a la Generalitat, Ignacio Garriga

Xavier Casals

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El acceso de Vox al parlamento catalán con 11 escaños y 217.255 sufragios (7.6%) ha sido espectacular, pero previsible por su alza en las elecciones legislativas del 28-A de 2019 (148.844 votos, 3.5%) y del 10-N (243.640, 6.2%), un resultado que prácticamente se ha mantenido pese a la alta abstención del 14-F (46.4%). Concluye así la marginalidad de la ultraderecha en las instituciones catalanas, exceptuando la presencia municipal de Plataforma per Catalunya (PxC), que alcanzó su máximo apoyo en los comicios catalanes de 2010: 75.134 votos (2.4%). A continuación, señalamos tres aspectos relevantes del ascenso de Vox en Catalunya.

La campaña: todo suma

Vox se ha erigido en el partido 'del castigo' por excelencia del secesionismo: ejerció la acusación popular en el juicio a los líderes independentistas y quiere abolir las autonomías. En cambio, en esta campaña sus rivales de la derecha han abandonado esta línea política. Cs ha enfatizado la reconciliación (su lema era 'vota abrazo'), lo que unido a su diálogo con el gobierno de Pedro Sánchez la ha desprovisto de atractivo para los votantes más belicosos ante el 'procés'. Estos tampoco han visto seductor a un PP castigado por el caso Bárcenas y cuyo líder, Pablo Casado, se ha desmarcado del gobierno de Mariano Rajoy en el 1-O. Además, la participación de los líderes secesionistas presos en la campaña posiblemente ha estimulado el voto 'voxista'. Por último, debe señalarse que el grueso de formaciones ha exhortado a sus votantes a frenar a Vox sin concertar una estrategia, mientras los boicots a sus actos y el debate sobre si este partido debía tener cobertura informativa han contribuido a proyectar la imagen que Vox deseaba ofrecer de opción 'perseguida' por el 'Establishment'. En suma, la formación ha hecho su campaña, pero también 'se la han hecho'.

El vencedor de la “foto de Colón”

El 14-F conmociona los cimientos del bloque de la derecha estatal y evidencia que la estrategia de Casado de aunar a las 'tres derechas' (PP, Vox y Cs) en la defensa de España con la intención de liderarlas fue un error de calado. Vista en perspectiva, la famosa concentración de la plaza madrileña de Colón del 10 de febrero de 2019 a medio plazo redundó en claro beneficio de Vox: le situó al mismo nivel de Cs y el PP, le confirió respetabilidad e hizo porosas las fronteras entre sus votantes. Cs pagó por ello el 10-N (cayó de 57 a 10 escaños) y el PP, aunque mejoró relativamente (pasó de 66 a 88), vio como Vox dobló resultados y devino el tercer partido estatal (pasó de 24 a 52). 

Ahora la “foto de Colón” pasa nueva factura a Cs y el PP: el primero conoce un batacazo electoral en su bastión histórico (sus 36 escaños de 2017 caen a 10) y el segundo, con tres escaños, corre el riesgo de ser residual (si no lo es ya). El 14-F, pues, refuerza a Vox como 'derecha útil' contra el secesionismo y la izquierda. En suma, Catalunya ha sido un arsenal de munición ideológica para la ultraderecha, una fuente de errores para sus rivales y un caladero de voto relevante.

Más tensión en la Ciutadella

A priori Vox no parece un actor decisivo en el futuro parlamento catalán, pero ello no le condena a la irrelevancia. Lo consignamos porque posiblemente aportará tensiones nuevas al complejo mosaico de ocho grupos. Apuntamos en tal sentido cuatro eventuales repercusiones de su acción: en primer lugar, la incorporación a la agenda de temas hoy ausentes que ya blandió la PxC (inmigración ilegal, inseguridad o “peligro de islamización”); en segundo lugar, una mayor beligerancia al escenificar diferencias ideológicas, incluyendo el recurso a la 'Lawfare' o 'guerra legal', lo que judicializará la política catalana aún más; en tercer lugar, el empeño de articular un discurso populista que haga de Vox el antipartido de una cámara que, a sus ojos, dominan la izquierda y la “mafia separatista” para reforzar su identidad como única alternativa al resto de opciones; y por último, una conexión estrecha entre la actuación de Vox en Barcelona y Madrid: Catalunya es el escaparate de su lucha por la integridad de la patria (su lema electoral ha sido 'Recuperemos Cataluña'), de ahí que el hemiciclo de la Ciutadella pueda ser un escenario central y no colateral para el partido. Veremos si el desarrollo de la legislatura corrobora estas conjeturas.

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