Ágora electoral

Vota educación: una agenda de equidad para que gane todo el mundo

Es imprescindible una apuesta decidida de los partidos y el Govern que salga del 14-F

Un aula de primaria de una escuela de Santa Coloma el primer día de cole.

Un aula de primaria de una escuela de Santa Coloma el primer día de cole. / Ferran Nadeu

Miquel Àngel Alegre

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Nos encontramos en un momento crítico que puede representar un punto de inflexión: o hacia la profundización de las desigualdades educativas y, de paso, hacia un sistema de resultados mediocres, o hacia una educación de calidad y generadora de oportunidades para el conjunto del alumnado. Ante esta disyuntiva, es imprescindible que los partidos y el gobierno saliente del 14-F apuesten decididamente por la equidad educativa.

El contexto pandémico y su afectación en las rutinas escolares han puesto de manifiesto los retos del momento actual. Brechas digitales entre alumnos y escuelas, incremento del absentismo, falta de recursos en los centros segregados, falta de sistemas de orientación y nuevas oportunidades, contenidos educativos poco competenciales, acceso desigual a la oferta de extraescolares. Estas problemáticas se han hecho evidentes a ojos de maestros, familias, entidades sociales, autoridades locales, administración educativa, partidos políticos... hasta el punto de que se hace difícil creer que podemos recuperar y propulsar la educación del país sin atenderlas de manera urgente y decidida.

Propuestas

Por eso creemos que las propuestas de política educativa que hemos presentado desde la Fundación Bofill dibujan una agenda de equidad necesaria y con potencial de consenso entre la comunidad educativa y entre el grueso de las fuerzas parlamentarias. Tratan problemas de primera magnitud y concretan soluciones viables, cuantificadas y fundamentadas en la evidencia y en la opinión de expertos y profesionales de la educación. Y son medidas basadas en una máxima cada vez más indiscutida: no hay sistema educativo de éxito y calidad que no ofrezca igualdad de oportunidades a todos los alumnos.

Una agenda educativa de equidad es mucho más que un conjunto de acciones compensatorias, 'asistenciales', para alumnos, escuelas o barrios pobres. Implica identificar aquellos recursos y aprendizajes que ofrecen auténticas oportunidades educativas y velar para que todos los alumnos se puedan beneficiar. Ciertamente, se deberá adaptar la distribución de los recursos en función del contexto, priorizando o sobredotado los entornos, familias y alumnos más vulnerables, aquellos que se han visto más golpeados por la crisis del coronavirus.

No hay sistema educativo de éxito y calidad que no ofrezca igualdad de oportunidades a todos los alumnos

Por ejemplo, sabemos que las funciones de orientación y apoyo personalizado son claves para el progreso educativo. Pero no todas las escuelas disponen de los recursos suficientes, y esto tiene mucho que ver con el perfil social y las necesidades educativas de sus alumnos. Proponemos potenciar estas funciones al conjunto del sistema educativo, pero ofreciendo recursos adicionales a los cerca de 600 centros educativos del país reconocidos como más vulnerables.

Este 'trato preferencial' de unos determinados centros no sería necesario en un contexto sin segregación escolar. Pero la alta segregación, especialmente económica, es uno de los principales retos que tenemos en nuestro país. Por ello planteamos medidas concretas y realistas de planificación de la oferta, gestión de la elección escolar y de gratuidad, dirigidas a reducir la segregación. Mientras existan centros desiguales, serán necesarios criterios de adicionalidad.

O pensamos en la lacra del abandono educativo prematuro. Uno de cada cinco alumnos no sigue estudiando más allá de la ESO, proporción que dobla la media europea. Esta problemática, sin embargo, no afecta por igual ni a todos los jóvenes (los hijos de familias con bajo nivel de estudios tienen el doble de probabilidades de abandonar los estudios que el resto de jóvenes) ni en todos los entornos. Por eso hay que combinar actuaciones transversales (nuevas plazas públicas de FP en sectores estratégicos) con intervenciones más focalizadas (reforzar los planes contra el absentismo en barrios donde este fenómeno tiene una mayor incidencia).

En conjunto, desplegar las medidas de equidad que proponemos implicaría una inversión anual de 650 millones de euros. Es un esfuerzo importante, pero relativo. Relativo si tenemos en cuenta el gasto anual en educación, que actualmente ronda los 5.600 millones de euros y que se encuentra todavía muy por debajo de la media europea de gasto educativo sobre el PIB. Y relativo, sobre todo, si consideramos los beneficios que esta inversión supondría no solo para la equidad, sino también para la equidad, la calidad y la excelencia del conjunto del sistema educativo.