análisis

Elecciones tras el tiempo perdido

La mala política cada vez se parece más al forcejeo entre los directivos del viejo fútbol, mientras el fútbol se parece cada vez más al forcejeo insulso de la eterna mala política

El expresidente y precandidato a las elecciones a la presidencia del FC Barcelona Joan Laporta.

El expresidente y precandidato a las elecciones a la presidencia del FC Barcelona Joan Laporta. / Carlos Diaz

Antonio Bigatá

Antonio Bigatá

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Las pequeñas ilusiones que crecen poco a poco con la evolución positiva del juego y los resultados Barça están sepultando bastante al importante interés objetivo que tienen las elecciones del Barça. Los seguidores prefieren saborear las pequeñas ilusiones que proporcionan la reactivación de un Messi que sin ser lo que era continúa siendo espectacular, o el apoteósico rendimiento de Ter Stegen, o ver como se desespereza positivamente De Jong poniéndose en línea con los grandes holandeses que le precedieron aquí, o la manera rápida de crecer que exhibe Pedri. A la espera de que regrese, y bien, Ansu Fati, otra gran esperanza colectiva, y ante lo que empieza a demostrar --aunque sea tan tarde y tras haber perdido mucho tiempo-- Dembelé resulta inevitable pensar que todo podía haber ido más tranquilo, victorioso e ilusionante durante los dos o tres últimos años del Barça. Mejor, a pesar de que Bartomeu y su directiva ni lo hacían bien ni encarrilaban debidamente para el futuro la grandeza del club en lo deportivo, económico y social.

A los seguidores les gusta ante todo el fútbol por el fútbol y lo que cada uno de ellos entiende que es la entidad. Por eso a la mayoría les atribula y descorazona el enredo societario al que se ha deslizado el Barça en este tiempo difícil por los rápidos cambios del marco general de los negocios en los que se mueve. Y por el carácter implacable de los intereses paradeportivos, políticos y sociales que confluyen sobre una camiseta que era blaugrana y pierde tan frecuentemente hasta sus colores genuinos como primer tributo a su desnaturalización doblando la rodilla ante lo comercial.

Fútbol y política

Aun así, rodeadas de poco calor popular auténtico y con mucho recalentamiento artificial mediático, estas elecciones que van a celebrarse sin socios en las gradas, con ovaciones pregrabadas para disimular la ausencia de los jugadores número 12, y disputando competiciones adulteradas por la falta del mínimo descanso que necesitan los jugadores, van a ser unos comicios decisivos para el futuro. Pero los prolegómenos están siendo feos. No sólo porque no se está hablando a fondo de lo que se puede hacer llevando las riendas del club, sino porque un exceso --9-- de precandidatos le ha dado aire de encerrona en campo contrario. Al final hasta ha emergido la posible trampa de la venta de firmas por parte de un aspirante o aspirantes que las recogieron pese a que nunca podían llegar al listón del mínimo apoyo para presentarse.

Siendo muchos los aspirantes bastante gente ha echado en falta que concurriesen otras personalidades barcelonistas de peso, como Sandro Rosell, gran expresidente maltratado sin piedad por la justicia española, o un Ferran Soriano cargado de experiencia cualificada en la Premier. En la actualmente tan desvencijada Catalunya, del trío finalista, el de Víctor Font, Jan Laporta y Toni Freixa, no se sabe por ejemplo si los dos primeros van a ser más percibidos por los electores como abanderados de que el independentismo pase a controlar la entidad que como gestores templados en la complejidad de este país y esta actividad. Por no precisar, no trasciende siquiera lo que realmente piensan del posible replanteamiento de las competiciones europeas, el tema estrella de los pulsos internacionales sobre el fútbol que viene. Dicen simplemente que quieren un Barça mejor y que cada uno de ellos es capaz de conseguirlo. La mala política cada vez se parece más al forcejeo entre los directivos del viejo fútbol, mientras el fútbol se parece cada vez más al forcejeo insulso de la eterna mala política.