Un mundo volátil

El mundo necesita de Barbapapás

Urgen las personas que se aceptan tal como son y que tienen la capacidad de transformarse y comprometerse con el mundo

Imagen de la serie infantil los 'Barbapapá.

Imagen de la serie infantil los 'Barbapapá. / periodico

Mònica Casabayó

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¿Os acordáis de los Barbapapás? Aparecieron en nuestras televisiones a finales de los años 70. Una familia de dibujos animados, formada por nueve personajes de colores (el papá era el de color rosa, por cierto), que compartían una particularidad que los hacia únicos: eran capaces de cambiar su forma de una manera mágica, tantas veces como fuera necesario. Además, cuando se transformaban, era fácil identificarlos, ya que siempre mantenían el color de su piel y la expresión de sus ojos. Cada Barbapapá era de un color diferente (el científico, el músico, el artista, el que amaba los libros, etc.). Con personalidades distintas, se aceptaban tal como eran. Transparentes y sinceros. Personajes apasionados que derrochaban positivismo, iniciativa y empatía. Trabajaban solos o en equipo, desde el respeto, se comprometían con las personas y el medio ambiente de su mundo.

Nuestro mundo es VUCA. El acrónimo en inglés para describir un entorno Volátil, Incierto, Complejo y Ágil donde la tecnología parece controlar el acelerador. Según escribe Yuval Noah Harari en '21 lecciones para el siglo 21', vivimos en una era con tantas transformaciones y retos (geopolíticos, socioeconómicos, humanitarios, etc) que predecir el futuro se hace más difícil que nunca. Además, un mundo cada vez más polarizado, conquistado por los sentimientos de pertenencia extremos y las 'fake news'.

Como investigadora en el campo de la conducta de consumidor, sabemos que la intoxicación, volatilidad, inmediatez, inseguridad, incertidumbre y/o miedo tienen un impacto en las personas, fomentando tipologías de comportamientos impulsivos, cortoplacistas, materialistas, automatizados y/o extremistas.

Como docente, me pregunto cómo podemos preparar a nuestros estudiantes (y a nosotros mismos) en un presente con tantas transformaciones e incertezas tan radicales. Josep Maria Esquirol apunta que adaptarse al mundo presente, aunque incierto y polarizado, conlleva ser parte activa, es decir, requiere de la responsabilidad individual. Consecuentemente, el profesorado, tenemos la responsabilidad de ser parte activa en este momento de transformación global. ¿Cómo?

Transmitiendo el oficio de aprender a aprender: Para ello, es necesario replantear el modelo educativo. Repensar el tipo y peso del contenido, fomentar las bases y los fundamentos del conocimiento, impulsar el desarrollo individual de competencias y habilidades de manera transversal, y promover experiencias de aprendizaje reales (y globales). Mostrarles la importancia de “saber”, “saber actuar”, “saber reconocer”, potenciando la mejor versión de cada uno.

Mostrando la virtud de la moderación como alternativa a la polarización. Aristóteles decía que en el término medio está la virtud. Moderación se refiere a no caer en los excesos. Implica mantener el equilibrio y vivir con bienestar. Conlleva gestionar objetivos, individuales y colectivos, a corto y largo plazo. Además, requiere esfuerzo. En la moderación hay resiliencia y flexibilidad, pues si tensas o friccionas demasiado cualquier estructura, el equilibrio se rompe. Implica ejercicio valiente y honesto de revisión constante, postura crítica y aprendizaje continuo. Se puede aprender con humildad para reconocer los errores (y los éxitos), transparencia para comunicarlos y firmeza para aprender de ellos.

Acercándoles a modelos referentes en diferentes campos. De los referentes se aprende. Es importante exponerlos al tipo de líder necesario para resolver los retos de la humanidad. Líderes capaces de crear valor social en clave competitiva. Líderes tolerantes que defiendan su verdad, aunque sea incómoda y poco rentable a corto plazo; que empoderen a su equipo en vez de aprovecharse, que si ordenan también se impliquen, que defienden el valor del trabajo en equipo y no intimiden. Que digan y cumplan lo que digan, sin justificarse y sin enmascarar. Personas imperfectas (por eso son personas), pero seguras de sí mismas y de sus limitaciones. 

Personas que se aceptan tal como son, y que tienen esta capacidad mágica de transformarse y comprometerse con el mundo y consigo mismos sin perder sus valores ni personalidad. En definitiva, los y las Barbapapás del SXXI. Los y las necesitamos urgentemente.