Opinión | Editorial
El Periódico
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El difícil avance de la 'ley rider'
Las negociaciones para una nueva ley de trabajo para las plataformas digitales parecen adentrarse en su fase final. El camino no ha sido fácil. La patronal reconoce divisiones internas y dificultades para encontrar puntos de encuentro. En la búsqueda de un acuerdoy con un punto de demagogia, Trabajo ha focalizado el texto en los repartidores buscando la mejora de sus condiciones laborales. Un sector marcado por la desregulación y algunos abusos a los trabajadores. Con la irrupción de la economía digital, las plataformas han basado su modelo de éxito en una relación laboral cimentada en trabajadores autónomos sin encontrar la manera de que tengan acceso a los derechos de los asalariados. El conflicto entre sindicatos y plataformas se dirime en tribunales de todo el mundo y las leyes tienen un acomodo diverso.
Tanto en Francia como en Alemania han sabido encontrar una vía de protección para los riders autónomos. No es este el caso de Gran Bretaña, donde una sentencia del Tribunal Superior de Londres sobre los repartidores de Deliveroo no reconoció la relación laboral de los trabajadores con la empresa y, de facto, les negó el acceso a garantías laborales como salario mínimo, ingresos durante la baja por enfermedad, vacaciones pagadas o contribución al fondo de pensiones. En Italia está pendiente de acabar la negociación de una nueva ley de protección. Y, por el contrario, EEUU puede adentrarse en una vía de recesión. En California se ha creado una tercera categoría con menos derechos para los conductores de Uber y Lyft. La amenaza es que pueda provocar una ley similar a escala federal.
El septiembre pasado, el Tribunal Supremo dio un varapalo a las plataformas de reparto de comida a domicilio. En un análisis de la relación entre Glovo y sus repartidores falló que la empresa no era una mera intermediaria y que existía entre ellos una relación de naturaleza laboral. Lo cierto es que la desregulación no es exclusiva de la relación con los 'riders' ni los falsos autónomos son una realidad que afecte solo al sector de las plataformas. Encontrar nuevas fórmulas de relaciones laborales que apoyen la economía digital y, a la vez, proteja los derechos de los trabajadores es una necesidad incuestionable. Los nuevos modelos de negocio no pueden sortear los derechos generales de los trabajadores ni pueden cimentar su éxito en prácticas que se puedan confundir con viejas formas de explotación. Si hay acuerdo, es posible que la nueva ley empiece a regular nuevas actividades como las de los 'riders', pero falta mucho por hacer con los autónomos en otros muchos sectores.
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