POLÍTICA ESPAÑOLA

¡Viva la 'ley Celáa'!

La virtud principal de esta reforma no es lo que cambia, sino lo que evidencia: la alianza de los ultras de derecha con los de centro y de izquierda

Celaa

Celaa / DAVID CASTRO

Ernest Folch

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No me digan que no es maravilloso el ‘show’ semanal de esta España histérica que, cuando todavía no se había recuperado del demoníaco pacto con Bildu, se encabrita con esta necesaria ‘ley Celáa’, a la espera del siguiente contubernio rojoseparatista. Solo por escuchar a algunos herederos del franquismo gritar “¡libertad, libertad!” en el Congreso ya valía la pena esta reforma, y habrá que agradecer a la ministra que nos haya permitido volver a oír los tiernos lloros a favor del castellano del tridente Juaristi-Savater-Boadella, en otro ‘remake’ de aquella vieja ‘fake news’ que decía que el castellano está perseguido en Catalunya.

Y es que la virtud principal de esta reforma no es lo que cambia, que es poco aunque necesario, sino lo que ha puesto en evidencia: la alianza de los ultras de derecha con los de centro y de izquierda, todos unidos en su desvarío para terminar en el aburrido apocalipsis de siempre: España se rompe, el castellano desaparece, los separatistas secuestran al Gobierno. Al Frente de Liberación Patrio se le ha unido la madre de todas las patronales reaccionarias, la de las escuelas religiosas concertadas, que consideran un crimen de Estado que se retiren las escandalosas ayudas cuando hay segregación de género. Lo que les ha dicho Celaá, con buen criterio, es que si quieren practicar el ‘apartheid’ de niños y niñas en el nombre del Señor como si todavía estuviéramos en la cutre España de la Restauración, pues se lo pagan ustedes de su bolsillo. Y es que el trasfondo de todo este odio inquisitorial es que el Gobierno ha combinado un acuerdo razonable con nacionalistas con el fin no menos razonable de aquellos vergonzosos acuerdos preconstitucionales con la Santa Sede, que permitían a la Iglesia, entre otras cosas, mantener sus prebendas feudales en la escuela. Al final, el gran mérito de este caótico y descoordinado Gobierno de coalición terminará siendo haber aguantado el tipo ante los ladridos rabiosos de los ultras de todo tipo y condición. Ni que fuera solo por esto, ¡viva la ‘ley Celáa’!