IDEAS

Entre prólogo y posfacio

Cuando me encuentro uno de esos paratextos me pregunto cuál es la motivación de los editores

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Jordi Puntí

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El centenario del nacimiento de la escritora brasileña Clarice Lispector, el próximo diciembre, ha allanado el camino para que dos editoriales en catalán se animen a publicar dos de sus títulos. Club Editor traduce la última novela que escribió, ‘La hora de la estrella’, y Comanegra publica una amplia selección de sus cuentos en ‘Restes de carnaval’. Ambos libros son excelentes puertas de entrada a una literatura única, que a menudo crece desde la reflexión sobre el lenguaje y se amplía para abarcar una visión del mundo –como un juego de pistas mentales para descifrarlo en los detalles–. La prosa de Lispector es exigente, con meandros que no evitan la abstracción ni la ocasional conexión surrealista, y quizá por eso las dos ediciones apuntalan la lectura con textos complementarios. Los cuentos con un epílogo de Tina Vallès, y ‘La hora de la estrella’ con un posfacio de Nora Catelli.

Desde hace unos años, es bastante habitual que algunas editoriales (sobre todo independientes, y no solo en catalán) acompañen sus traducciones con un prólogo, o posfacio, o prefacio... Entre los libros recientes lo hemos visto en ‘Hivern’, de Ali Smith (Raig Verd), con prólogo de Marina Espasa; ‘La pira al port’, la antología de relatos de Boris Pahor (Periscopi), con prólogo de su traductora, Simona Skrabec; ‘La gran fortuna’, de Olivia Manning (Asteroide), con epílogo de Rachel Cusk, o ‘Tal qual’, de Paul Valéry (Adesiara), con prólogo de Jordi Marrugat. Cuando me encuentro uno de esos paratextos, me pregunto cuál es la motivación de los editores. Una respuesta lógica es que ofrecen un aliciente añadido al lector, para prolongar el placer de la lectura, pero también se puede entender desde la complicidad de una voz experta, que da confianza al editor en su apuesta. Leyendo hace poco el posfacio de Nora Catelli a ‘La hora de la estrella’, repleto de intuiciones literarias brillantes, se me ocurrió aún una tercera posibilidad: en una cultura como la nuestra, donde la crítica literaria se suele limitar al espacio exiguo de las reseñas, sin muchas revistas que publiquen análisis en profundidad, ahora el propio libro incorpora elementos para pensar más sobre el texto.

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