Análisis

Los fondos europeos : ¡deja mojar al pequeño!

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, este jueves en Bruselas.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, este jueves en Bruselas. / periodico

Camino Mortera-Martínez

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Mi padre, asturiano de enésima generación, tiene una versión del muy castellano refrán que advierte de no vender la piel del oso antes de cazarlo que creo que describe perfectamente el actual debate español sobre el<strong> fondo de recuperación europeo</strong>.  En esta versión, no sé si cosecha de la tierrina o más bien de mi padre, una familia (con bastante hambre, parece ser) discute cómo se van a repartir un hipotético cerdo que, por supuesto, no se pueden permitir.

El padre explica cómo va a ir al mercado a comprarlo, la madre, el delicioso guiso que va a preparar con su carne, y los niños se relamen pensando en las porciones que les van a tocar. Pero, como en toda buena historia, el conflicto no tarda en aparecer: el hijo pequeño, cuyo nombre desconocemos, sueña con mojar grandes cantidades de pan en la salsa del guiso preparado por su madre con amor. Pero Jamo, el hijo mayor, quiere la salsa sólo para él. Los dos se enzarzan en una discusión que va subiendo de tono hasta que el padre zanja la disputa con un enfadado: "¡Jamo, deja mojar al pequeño!". Durante toda mi infancia, y aún hoy, cuando me da por imaginarme qué haría yo si tal o cual cosa pasara (si me tocara la lotería, o me nombraran presidenta de algún país,  o ganara un Oscar), basta un "Jamo" de mi padre  para hacerme bajar a la realidad.

Los políticos y tertulianos españoles harían bien en acordarse del hambriento Jamo cuando hablan del fondo europeo de recuperación post pandemia, esa lluvia de dinero que parece que va a venir de Bruselas pasado mañana, sin condiciones ni repago. El debate español sobre el fondo de recuperación se parece mucho a Villar del Río, el pueblo que esperaba ansioso la llegada de Míster Marshall en la mítica película de Berlanga. Muchos tienen sus esperanzas de recuperación puestas en estos fondos sin pararse ni siquiera a pensar que, como el cerdo de la historia de mi padre, están lejos de ser una realidad.

Un acuerdo histórico

Es cierto que el acuerdo alcanzado por los líderes europeos en julio fue histórico no sólo por las cifras, sino por la forma que adoptan los fondos, una mezcla entre subvenciones y préstamos, financiados parcialmente con deuda pública muy lejos de la ortodoxia germánica del pasado. Pero los fondos de recuperación no son un ente independiente, si no parte de un entramado mucho más complejo, el llamado Marco Financiero Plurianual (MFF, en sus siglas en inglés), que tiene que ser aprobado por el Parlamento Europeo y el Consejo de la UE (no confundir éste último con el Consejo Europeo, que es el órgano que reúne a jefes de Estado y de Gobierno y el responsable del acuerdo de julio.)

Ambas instituciones están lejos de llegar a un acuerdo: el Parlamento Europeo pide más dinero para sus proyectos, y, en el Consejo, algunos países como Polonia o Hungría rechazan que el MFF se condicione al respeto al estado de derecho, como quieren la mayoría de los países. En España, el cerdo está todavía por comprar, pero Jamo no deja mojar al pequeño.

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