Tribuna

La alegría de volver a la escuela y los deberes pendientes

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Montse Capdevila / Sheila González

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Finalmente, después de seis meses, niños y jóvenes han vuelto a las aulas. La interrupción de la educación, como derecho de los niños y uno de los principales instrumentos en la lucha contra la desigualdad social, ha supuesto importantes consecuencias de carácter social y educativo, que se suman a los efectos sanitarios y económicos de esta pandemia.

Durante los meses de verano, se ha instalado en el imaginario colectivo un falso debate entre los riesgos de ir a la escuela y los beneficios del aprendizaje en casa, como si ambas opciones fueran comparables. En esta falsa dicotomía se obvian los importantes costes de mantener las escuelas cerradas. Una parte del alumnado no ha podido seguir el aprendizaje a distancia por la falta de conectividad, espacios adecuados o de acompañamiento familiar. Y entre aquellos que sí lo han hecho, se ha observado una pérdida del aprendizaje, especialmente acusada entre los niños más vulnerables. Si la educación a distancia ha sido poco efectiva en cuanto a la transmisión de conocimiento, ¿cómo puede suplir el resto de funciones de la escuela? La escuela es también un espacio de refugio, de socialización, de bienestar psicosocial y emocional, de identificación de problemáticas sociales y sanitarias. Y no podemos dar una respuesta adecuada a estas necesidades con las escuelas cerradas.

Pero, además, la escuela en tiempos de pandemia es un espacio más seguro de lo que nos quieren hacer creer los que estos días alimentan el miedo. Hay un contacto muy intenso que requiere medidas de prevención, sin duda. Pero es un espacio controlado, que permite la detección y aislamiento de los focos de contagio. Cada grupo que se tenga que poner en cuarentena será una muestra de que el protocolo funciona. En otros ámbitos, las autoridades sanitarias no disponen de esta capacidad de intervención y control. Las escuelas serán solo un reflejo de los niveles de transmisión comunitaria, por eso todos, autoridades y ciudadanía, debemos acompañar la vuelta a la escuela con un esfuerzo adicional de rigor y compromiso para limitar la transmisión del virus a nuestros entornos.

Ahora hay que garantizar que no se volverán a cerrar. Tenemos nueve meses por delante y mucho trabajo por hacer. Desde Tornem a les Escoles seguiremos pidiendo a las administraciones más recursos y compromiso para garantizar que se proteja adecuadamente el derecho a la educación. Son muchas las necesidades para asegurar un sistema educativo seguro, equitativo y de calidad. Destacamos cinco.

Primero es necesario un incremento de recursos educativos incluido un aumento de plantillas, y la garantía de sustitución inmediata de bajas de docentes. Esto requiere agilidad administrativa y, si faltan efectivos, movilizar todos aquellos profesionales de la docencia que actualmente no están en las aulas. En segundo lugar, el alumnado con necesidades educativas especiales necesita protocolos específicos. Reclamamos, en tercer lugar, un mayor uso de espacios exteriores, dentro y fuera de los centros. Somos conscientes de que es un reto logístico, pero ofrece muchas ventajas, tanto a nivel de prevención de contagio como de oportunidades educativas. También hay que acelerar el resultados de las pruebas PCR para mejorar la prevención. Y, por último, es imprescindible que los familiares de los niños que no puedan ir a la escuela debido a las cuarentenas, dispongan de permisos retribuidos para poder cuidarlo.

Hemos abierto las escuelas. Ahora las tenemos que mantener abiertas todo el curso, y esto requiere esfuerzo, compromiso y recursos. Pero nos va el futuro, y la escuela lo vale.