Al contrataque

La evolución de Podemos

Nicolás Redondo le dijo a Solchaga que se había equivocado de trinchera. Podemos también, pero además de siglo

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Xavier Sardà

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'Güiquilics' ha obtenido la agenda del vicepresidente Pablo Iglesias: los lunes, miércoles y viernes tiene como tarea fija pagar 'fantas' a los nacionalismos tipo ERC, Bildu y Bloque Nacionalista Galego; y los martes y jueves tiene apuntado perdonar la vida al PSOE. En 'La Sexta Noche' pregunté varias veces a los de Podemos: ¿vais a plantear un proyecto progre para todo el país, o vais a quedaros empantanados en los multinacionalismos? No hace falta decir que siempre respondieron que con ellos llegaba la alternativa progre universal. 

Y al principio lo pareció. Xavier Domènech hablaba de fraternidad y escribía libros denunciando la falsedad del discurso hegemónico del déficit fiscal y del supuesto independentismo de los líderes obreristas republicanos como Salvador Seguí. 

Pero eso cambió. Se empezó con Iglesias aplaudiendo a Rufián en el Congreso y hemos acabado con Domènech escribiendo un libro presentando una imagen idílica del dictamen del tribunal supremo de Canadá que dio pie a la ley de claridad.

La realidad es que los independentistas quebequeses la rechazan diciendo que es una «vía imposible» para la independencia. La razón es que, después de palabras muy bonitas, acaba exigiendo una reforma constitucional, con lo que, en la práctica, la capacidad para propiciar una secesión es la misma que en Francia, Italia o EEUU. Es decir, ninguna. 

Luego tenemos el recurso literario de decirle a un periodista que por supuesto no le puedes contar una conversación privada. Se la cuentas y a continuación rematas la faena asegurando la humillación del interlocutor. No está mal como estrategia para ganarse la confianza del personal. 

Los frutos de tanta dedicación son espectaculares y sin precedentes: en Galicia ha pasado de ser segundos a estar en la calle y en Catalunya ganó las elecciones Ciutadans gracias al voto de los barrios con rentas más bajas. 

Nicolás Redondo le dijo a Solchaga que se había equivocado de trinchera. Podemos también, pero además de siglo. Vaya en su descargo personarse contra los Pujol. 

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