Dos miradas

Morir rompiendo

Una purga de cargos por aquí, un robo de marca por allá. El 'proces' morirá rompiendo. Después ya podremos reflexionar sobre el futuro de Catalunya

Quim Torra y Carles Puigdemont, en un acto en Bruselas en febrero del 2019

Quim Torra y Carles Puigdemont, en un acto en Bruselas en febrero del 2019 / periodico

Emma Riverola

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Mucho se ha hablado de la capacidad corrosiva del ‘procés’. En un contexto económico trágico, Catalunya se lanzó a debatir sobre la independencia. Y no precisamente de forma reflexiva. Había prisa, se tenía que tomar partido de forma precipitada, dar un paso al frente… o asumir las consecuencias. La irrupción identitaria se cebó en los partidos de izquierdas. Primero el PSC, después los ‘comuns’. Pero las grietas se extendieron más allá de los partidos. La vida empresarial, social y familiar se vio cuarteada por una discusión cargada de emociones, beligerante en su voluntad de predominio, tramposa en su discurso. En el fondo, se trataba de adhesión. Era la ‘fuerza de la gente’, sí. Pero una fuerza que cierto núcleo político canalizaba y magnificaba.

La naturaleza fragmentaria del ‘procés’ sigue más viva que nunca. Solo que ya no hay mucho que romper fuera del independentismo. Ahora, las quiebras se producen en su seno. Hasta límites difícilmente soportables. Una purga de cargos por aquí, un robo de marca por allá. El ‘proces’ morirá rompiendo. Después ya podremos reflexionar sobre el futuro de Catalunya.