DOS MIRADAS

Rastreadores federales

La escasa aceptación de la propuesta de Sánchez de ceder expertos del Ejército a las comunidades es una anécdota más de unas relaciones entre Gobierno y autonomías

La ministra de Defensa, Margarita Robles (en el centro, de rojo), en un acto para informar a las comunidades que ya tienen a su disposición 2.000 rastreadores de las Fuerzas Armadas, este jueves 27 de agosto

La ministra de Defensa, Margarita Robles (en el centro, de rojo), en un acto para informar a las comunidades que ya tienen a su disposición 2.000 rastreadores de las Fuerzas Armadas, este jueves 27 de agosto / periodico

Emma Riverola

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Pedro Sánchez puso a disposición de las comunidades autónomas una bolsa ampliable de 2.000 rastreadores del Ejército. 48 horas después de la propuesta, solo Murcia y Galicia han mostrado interés. La falta de rastreadores es una de las causas principales de la mala situación de contagios en España. La escasa aceptación de la propuesta de Sánchez es una anécdota más de unas relaciones entre Gobierno y autonomías marcadas por la desconfianza y la política gallinácea. Un viaje de suspicacias de ida y vuelta. Una concepción del poder más marcado por la disputa que por la voluntad de cooperación. La gestión de la pandemia ha desnudado, aún más, sus fallos evidentes. 

Tanta crítica merece la intención centralizadora del Gobierno durante el estado de alarma como la evidente deslealtad que exhibieron Catalunya y Madrid. Es difícil encontrar fórmulas de entendimiento cuando hay gobiernos territoriales que pugnan por la independencia, pero habría menos argumentos para el desencuentro con otra concepción de poder. El federalismo sigue siendo la respuesta, más aún ante las múltiples crisis que se acumulan.