Consecuencias del coronavirus

'Trombos' de la economía pandémica

Invertir en la mejora de las capacidades del sector público debe ser la gran prioridad de la política frente al covid

Un hombre baja la persiana de su negocio, en traspaso por la caída de ingresos a raíz del coronavirus, este jueves 16 de julio en València

Un hombre baja la persiana de su negocio, en traspaso por la caída de ingresos a raíz del coronavirus, este jueves 16 de julio en València / periodico

Antón Costas

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Nuestras autoridades, y muchas personas que desean que se reabran rápido las actividades económicas, no acaban de comprender que vivimos en una economía pandémica que funciona de forma diferente a una economía tradicional.

Una economía pandémica es una economía infectada por un virus con gran capacidad de contagio comunitario que obliga a cierres de actividades económicas y sociales. Mientras no exista un sistema 'policial' de vigilancia y detención del covid-19, la economía estará sometida a los desastrosos efectos de nuevos cierres de actividades.

Estos cierres operan sobre el flujo de los ingresos de los hogares y de las empresas de forma similar a como lo hacen los trombos -coágulos- de sangre sobre el flujo sanguíneo de las personas. Al bloquear la circulación de la sangre por las arterias, los trombos pueden provocar daños muy graves, llegando a paralizar partes de nuestro cuerpo. Y, en el caso de que impidan que la sangre llegue al cerebro, la muerte.

Diferencia entre riesgo e incertidumbre

Lo mismo ocurre con el covid-19 y la economía. En la medida en que las autoridades se vean obligadas a cerrar las actividades económicas, esos cierres provocarán 'trombos' en la circulación de los ingresos de las empresas y de los hogares. Si esos cierres se prolongan en el tiempo, o se repiten, como ahora en Lleida, pueden provocar la muerte de empresas y llevar el hambre a muchas familias.

¿Cómo evitar que se produzcan esos trombos de la economía pandémica? No lo podemos hacer de forma individual. Es necesario que existan bienes públicos, como los sistemas públicos de salud y los sistemas de vigilancia de los virus. Esta diferencia entre lo que podemos hacer de forma individual para prevenir el contagio de covid-19 y lo que tenemos que hacer como sociedad está relacionada con la diferencia entre situaciones de 'riesgo' y de 'incertidumbre'. Permítanme una breve referencia a estos dos conceptos.

John Maynard Keynes, el gran economista británico de la primera mitad del siglo pasado que mejor supo comprender las causas y remedios a la Gran Depresión de los años 30, fue el primero en señalar la diferencia entre 'riesgo' e 'incertidumbre' y sus consecuencias sobre la política pública. El riesgo tiene que ver con eventos conocidos, que podemos prever, como un accidente de coche, un incendio en nuestra vivienda o la devaluación de una moneda. Frente a este tipo de riesgos, podemos cubrirnos de forma individual comprando un seguro de accidentes, incendio o devaluación. Este tipo de riesgos no dan, en general, lugar a trombos que bloqueen la vida económica y social.

La incertidumbre, por el contrario, sí provoca trombos que detienen la economía y la vida social. La incertidumbre se relaciona con eventos que no sabemos cuándo pueden ocurrir y qué efectos tendrán. Es como circular por el Pla de Lleida y encontrarse de pronto con una densa niebla que no permite ver lo que hay delante. En esa situación, lo prudente es frenar el coche y pararse en el arcén a esperar que desaparezca la niebla. El covid-19 es como una niebla densa que provoca una incertidumbre radical que detiene la circulación económica.

Como no podemos cubrirnos de forma individual frente a la incertidumbre radical que provoca el virus, la solución a una economía pandémica es que los gobiernos tengan capacidad para construir sistemas de prevención y respuesta rápida. De esa forma se evita que los rebrotes puntuales se conviertan en contagios comunitarios que, a su vez, exijan nuevos confinamientos y cierres de actividades.

Para lograrlo, hay que invertir en mejorar las capacidades del sector público. Por un lado, para disponer de un potente sistema sanitario y de salud, capaz de atender a las situaciones de contagio sin desatender las otras enfermedades, como ha ocurrido en esta ocasión. Por otro, para construir un sistema 'detectivesco' de recogida de datos, identificación, rastreo y confinamiento de posibles nuevos casos antes de que se conviertan en contagio comunitario. También para construir capacidades administrativas que permitan hacer llegar de forma rápida ingresos a los trabajadores que se han quedado sin ingresos (ertes) y rentas a los hogares en situaciones de pobreza (ingreso mínimo vital). Y de crédito a las empresas con problemas de liquidez y riesgo de cierre. Y para reabrir las escuelas.

Invertir en capacidades del Gobierno y en bienes públicos es la primera de las prioridades de la política frente a la pandemia. De lo contrario, los trombos de la economía pandémica impedirán la recuperación de la economía y del bienestar.

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