DOS MIRADAS

Aquel largo domingo

Hace cuatro meses un silencio extraño se apoderó de las calles y aún hay horrores de los que no sabemos

Una víctima de la violencia machista residente en València, el 2 de julio

Una víctima de la violencia machista residente en València, el 2 de julio / periodico

Emma Riverola

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Confinados. Una sola palabra. Así lució la portada de EL PERIÓDICO el 15 de marzo. Cuatro meses ya. Un silencio extraño se apoderó de las calles. Sí, era domingo, pero aquel era un domingo que llegaba con alma antigua. Invasor. Imponente. Mirábamos a Lombardía y tragábamos más silencio. La palabra 'erte' ya circulaba, pero aún con timidez. Como un trago amargo que pasaría rápido. Eso creíamos. Aún nos repetíamos que no debíamos caer en el pánico. En las redes sociales, aparecieron los ángeles del buen rollo. Unos compartían recetas. Otros, chistes. Un poco de humor y solidaridad para lo que se nos venía encima. Fue entonces, al principio de todo, cuando algunos afirmaban que saldríamos mejores. Pero no hay redención en el sufrimiento.

Después hemos ido sabiendo. Las peticiones de ayuda por violencia machista se dispararon en un 61% durante el estado de alarma. Terrible, pero la estadística del dolor se queda corta. Hay horrores de los que nunca sabremos. Detrás de las puertas había niños, también mayores, víctimas silentes para las que no había escapatoria. El monstruo habitaba en su único refugio posible.