Estudié en un GEC

Dentro de unos años, es probable que existan libros que recuerden a los adultos, hombres y mujeres, qué hacían cuando eran pequeños. Se venden bien porque son una fuente de evocaciones: helados, lecciones, músicas, dibujos animados. Dentro de unos años, los niños de ahora también recordarán, y el título de las memorias infantiles podría bien ser este: "Yo también estudié en un grupo estable de convivencia". 

Según se desprende de las instrucciones del 'conseller' Bargalló, el curso que viene no habrá clases, sino estos GEC que no serán aulas convencionales: una especie de comunidad casi familiar entre alumnos y profesorado. Hasta aquí, la parte positiva, que implica, implícitamente, una reducción de las ratios y, en teoría, más cohesión, más proximidad, más intensidad. La parte negativa es que no deja de ser una clase y que, en consecuencia, vete a saber qué ratios se aplicarán. Es decir, más balones sobre el tejado de los equipos docentes. ¿Y los 5.000 profesores nuevos? ¿Saben cuántos centros hay en Catalunya? Unos 2.600. Esto quiere decir una media de menos de dos nuevos docentes. ¿Con estas medidas se quiere garantizar la "absoluta normalidad" para el próximo curso?