APUESTA POR LA INTERCULTURALIDAD

Las asignaturas pendientes de la Barcelona diversa

El número nacidos en otros países que forman parte de la plantilla del ayuntamiento no llega ni al 1%, cuando este colectivo representa el 26% de los residentes en la ciudad

Una joven familia inmigrante pasea por el centro de Barcelona

Una joven familia inmigrante pasea por el centro de Barcelona / periodico

Khalid Ghali

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Decir que Barcelona es una ciudad diversa y cada vez más intercultural no debería ser ninguna novedad. De hecho, siempre ha sido lugar de llegada, lugar de paso, lugar de tránsito. Si hace unos años esta mezcla de gentes y creencias era relativamente limitada en cuanto a radio y tipo de convicciones, en estos momentos la heterogeneidad social que encontramos en Barcelona la convierte en una ciudad plenamente global. Más de una cuarta parte de los residentes en la capital catalana han nacido en el extranjero, se hablan cerca de 300 lenguas, tenemos 179 nacionalidades y se practican 26 confesiones religiosas diferentes. No es extraño, pues, que al ver los episodios de racismo que surgen aquí y allá (como los más recientes en Estados Unidos o contra los temporeros en Lleida) nos veamos obligados a contrastar el grado en que hemos sido capaces de incorporar esta creciente diversidad en las formas de trabajar institucionales y sociales.

Hace más de 20 años que el Ayuntamiento de Barcelona elaboró su primer plan de convivencia, en el marco del paradigma de las políticas interculturales. En el 2010, el ayuntamiento impulsó el Plan Barcelona Interculturalidad. Un plan muy ambicioso donde se concreta la conceptualización del modelo. Este plan se elaboró teniendo en cuenta referencias solventes, como por ejemplo la experiencia de ciudades como Montreal y el Informe Bouchard Taylor, elaborado por la Comisión sobre Diferencias Culturales de Quebec. En estos informes y en estas prácticas se proponía el interculturalismo como modelo que fuera más allá de lo que clásicamente se había entendido como multiculturalismo. El paradigma intercultural guía la acción de las políticas públicas con el fin de crear una sociedad inclusiva, evitando los peligros evidentes de las desigualdades, de la exclusión social y de la segregación por lugar de origen, por creencias religiosas o por elementos culturales. Todo ello permite ya algunas evaluaciones.

Indicador clave

Quedan todavía asignaturas pendientes. La Carta de las Ciudades Integradoras de Eurocities, de la que Barcelona es firmante, sitúa como uno de los indicadores claves, para ver hasta qué punto un municipio favorece la integración, el análisis de las personas que trabajan en la Administración municipal. Según esta carta, "hay que reflejar la diversidad de la ciudad en la composición de la plantilla municipal en todos los niveles". De la misma manera que no se entendería una plantilla solo compuesta por hombres, tampoco es aceptable una fuerza de trabajo que no incorpore diversidades de origen cuando, en cambio, esta diversidad sí está muy presente en el municipio. Este es uno de los elementos donde hay que avanzar. Hoy en día el número de personas nacidas en el extranjero y que forman parte de la plantilla del Ayuntamiento de Barcelona no llega ni al 1% del total, cuando el porcentaje de residentes nacidos en el extranjero en Barcelona alcanza, como decíamos, el 26%.

Es un aspecto donde habría que dar un paso adelante y liderar cambios que avanzaran en la integración y la representación de la población de origen migrante. A pesar del compromiso del ayuntamiento por la diversidad, solo se ha avanzado en algunos de los procesos de contratación externa para cubrir servicios que tienen más contacto con la población migrante. Pero esto no tiene efectos en la estructura laboral propiamente dicha. Y la situación no es de ninguna manera mejor en la Generalitat, la Diputación de Barcelona o la Administración del Estado. Es cierto que los reglamentos de acceso a la función pública, sobre los que el ayuntamiento no tiene competencias, no lo favorecen. Y también es cierto que la normativa vigente dificulta que se pueda llevar a cabo un proceso de discriminación positiva como ha sido la práctica en países donde la lógica de diferenciación étnica está más consolidada.

Después de muchos años de reivindicaciones feministas, nos acercamos a la equiparación de mujeres y hombres dentro de las administraciones públicas, y el propio ayuntamiento ha avanzado bastante en una mayor igualdad en puestos de responsabilidad. Y se están poniendo en marcha nuevas iniciativas para incorporar a más mujeres en cuerpos como la Guardia Urbana y los bomberos, donde su presencia es todavía minoritaria. Es también notable el esfuerzo realizado para incorporar a personas con algún tipo de discapacidad. Pero este reconocimiento de la diversidad y la heterogeneidad de la ciudad tiene todavía la asignatura pendiente de la incorporación de la diversidad cultural y étnica entre los servidores públicos de una ciudad que ya no tendrá retorno en lo que es hoy una realidad plenamente diversa.

*Comisionado de Diálogo Intercultural y Pluralismo Religioso del Ayuntamiento de Barcelona.