180 nacionalidades para 1,65 millones de barceloneses

Población en Barcelona

Población en Barcelona / jordi cotrina

Natàlia Farré

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Pese a todos los peses, ya saben, sensación de inseguridad, vivienda inasequible, contaminación, pérdida de fuelle económico y cultural... Barcelona sigue siendo atractiva. Así lo refleja el último censo, a fecha de 1 de enero del 2019, en el que la ciudad suma 1.650.358 residentes, la cifra más elevada desde 1991 (entonces eran 1.643.542), y que supone un incremento de 21.422 personas respecto al 2017, la subida más alta de los últimos 11 años.

Lo de atractiva no es un adjetivo gratuito sino que obedece a que lo que favorece el crecimiento de la ciudad no es la tasa de natalidad de los barceloneses (el saldo entre nacimientos y defunciones es negativo, solo el distrito de Ciutat Vella tuvo en el 2018 un resto positivo de 82 personas) sino la migración, la llegada de aquellos que escogen voluntariamente instalarse para vivir en el llano que limita el Mediterráneo, el Tibidabo, el Besós y el Llobregat.

Los italianos, los primeros

Así las cosas, en la actualidad casi la mitad de los residentes en Barcelona (49,9%) no han nacido en la ciudad y uno de cada cinco habitantes tiene nacionalidad extranjera: a la cabeza los italianos (36.276), seguidos de los chinos (21.658) y los paquistanís (20.643). En total 179 (más el español) pasaportes diferentes. Diez más que en el 2015. Y un número récord que sitúa a Barcelona entre las urbes más diversas en cuanto a origen de su población. Una tendencia que se inició con los grandes flujos migratorios de la primera mitad de la pasada década y que se mantiene. En 1991 encontrar extranjeros por las calles de Barcelona era casi anecdótico, apenas sumaban el 1,5% de la población total, en el actual censo son 434.000 (26,3%) los nacidos fuera del país y 333.516 (20,2%) los que mantienen la nacionalidad de origen. Dos récords más.

La multiculturalidad es un fenómeno global de las metrópolis occidentales, pero Barcelona tiene su propia especificidad: la importancia de la población de origen asiático -chinos, paquistanís e indios-, un fenómeno que no se da en otras ciudades del sur de Europa como Madrid, Génova y Roma. Con todo, los italianos son los más numerosos y la comunidad que más creció en el 2018 (4.776), aunque aquí hay un poco de trampa: la tercera parte de estos residentes no son nacidos en Italia sino que son originarios de Argentina, Uruguay, Venezuela y Brasil pero con ascendentes en el país transalpino.

La Clota, el barrio con menos pasaportes foráneos

Más curiosidades de la inmigración en la capital catalana: Barcelona atrae talento del resto de España, jóvenes que vienen a trabajar en sectores económicos como el tecnológico o a cursar másteres después de acabar la universidad; y talento de la Unión Europea, el 62’8% de los llegados del viejo continente son jóvenes con una tasa de titulación superior a la española. El resto son datos anecdóticos, como nacionalidades (San Marino, Oman, Djibouti, Belize y Bhutan) con un solo representante o comunidades, como la georgiana, con un grado muy alto de residentes (3.529) en comparación a la población del país (3,7 millones).

Y al contrario de lo que se pueda imaginar, la fotografía que da el padrón indica que en Barcelona no hay guetos, pues los inmigrantes se reparten cada vez más por toda la ciudad. Crecen en todos los barrios menos en cuatro (Diagonal Mar, Canyelles, Tres Torres y Pedralbes) y en 30 barrios hay más de 100 pasaportes diferentes, la zona de Barcelona con menos representación foránea es La Clota (en Horta-Guinardó), pero aun así acoge 24 nacionalidades diferentes. Aunque sí se vislumbran tendencias: los hondureños suelen decantarse por Roquetes; los franceses y estadounidenses por Les Corts y los rusos por Diagonal Mar. En cifras absolutas los distritos del Eixample (61.546) y Ciutat Vella (52.214) son los que más foráneos acogen. En cifras relativas, también.

Júlia y Marc, los nombres preferidos

El padrón municipal da más datos, algunos curiosos, como los nombres más escogidos por los barceloneses para sus hijos (Marc, Pol, Àlex/Álex, Lucas y Pau) e hijas (Júlia/Julia, Sofia/Sofía, Lucía y Martina), y otros que permiten tomar una fotografía precisa de la población: hay equilibrio entre hombres y mujeres, la media de edad se sitúa en los 44 años, el 31% de los domicilios está ocupado por una sola persona pero aumentan las viviendas compartidas (sobre todo las que acogen tres, cuatro y cinco individuos), el 32,8% de la población mayor de 16 años tiene estudios de grado superior, y crece el número de matrimonios y la edad de los contrayentes. También hay 779 centenarios empadronados. 

Otros apuntes destacables: ha aumentado el número de viviendas (2.000 más) y 92.410 barceloneses cambiaron de domicilio dentro de la ciudad en el 2018. Dos cifras altas que no pueden achacarse a un solo motivo (la transformación del uso de espacios comerciales, en el primer caso, y el precio de los alquileres, en el segundo) afirman los responsables del padrón. Como diferentes son las casuísticas (realquileres no declarados, entre otras) de los 12.986 censados que figuran sin domicilio fijo. Así es Barcelona.