La hoguera

Sherlock y el crimen de las residencias

El desastre de las residencias es multifactorial, como diría Peterson, lo que significa que no se puede reducir a 'quién tuvo la culpa'.

Personal sanitario extrae muestras de PCR en una residencia de Girona, el 25 de mayo del 2020

Personal sanitario extrae muestras de PCR en una residencia de Girona, el 25 de mayo del 2020 / periodico

Juan Soto Ivars

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Se ha escrito un crimen en las residencias de ancianos de España, pero nos falta Angela Lansbury. Ni siquiera conocemos la cifra de muertos: esta noche he soñado que los escondían en los altillos de los colegios electorales. Estadísticamente podemos decir que los han tirado al mar atados a un bloque de cemento. Según las noticias que veas, parecería que solo ha pasado en la Comunidad de Madrid. Desde luego, lo de allí es escandaloso. Nada de lo que escribo disculpa a Díaz Ayuso y su equipo. Pero:

Se da la circunstancia de que, si se habla de Díaz Ayuso, no es porque ella sea responsable de lo que ha pasado en toda España, sino porque es del PP. En España hay una guerra simbólica que consiste en poner muertos en la demarcación del código postal donde computan como responsabilidad de otro. A la gente con mucho sesgo político -la gente de carné y hueso- este juego le satisface porque le importa más la culpa que la justicia. Pero la justicia se hace con una venda en los ojos. De lo contrario se convierte en un reparto de bastonazos alrededor de la piñata.

El desastre de las residencias es multifactorial, como diría Peterson, lo que significa que no se puede reducir a 'quién tuvo la culpa'. Con un contador geiger podremos encontrar rastros de responsabilidad en el Gobierno central, en el Ministerio de Sanidad, en los gobiernos autonómicos, en los ayuntamientos y por supuesto en gestoras privadas y públicas concretas. Estoy seguro de que hay residencias donde se ha hecho lo mejor posible con los recursos escasos de que disponían, y otras donde han sido negligentes hasta el homicidio imprudente.

Me da exactamente igual quién acabe pagando el pato. Nadie debería contentarse con la cabeza de Díaz Ayuso, con la de Pablo Iglesias o la de cualquier otro chivo expiatorio. Yo estoy preocupado porque quiero saber qué ha pasado en realidad. Quiero entender todos los movimientos que han llevado a un exterminio de ancianos aterrorizados y separados de sus familias. Me gustaría empezar sabiendo la cifra de muertos por coronavirus, pero nunca me lo dirán, porque ni siquiera han hecho test a todos los cadáveres.

Puedo entender que se hicieran duros triajes: los hospitales estaban saturados. Lo único que espero es que alguien tenga la decencia de explicar, con sinceridad, por qué se han tomado decisiones que consistían en dejarlos morir. Quisiera que me trataran como a un adulto, pero hablan para una audiencia infantilizada que solo quiere encontrar a la bruja. Marean la perdiz y señalan a otro. Parecen sospechosos en las novelas de detectives.

El protagonista de las novelas de detectives se limita a utilizar la lógica. No está aquí para hacer amigos. A la luz de la linterna mira la escena del crimen que han visto ya cuarenta policías corruptos y encuentra detalles que pasaron inadvertidos. Se enfrenta al alcalde y a los grupos de presión. No le importa la opinión de los demás. No acepta chantajes. Ningún detective sería creíble si supiéramos a quién vota.

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