La sonoridad del fútbol

Este fin de semana vuelve la liga y, a lo mejor, una idea aproximada de lo que conocemos como fútbol. Veremos jugar a nuestros equipos, pero sin público en las gradas ni gritos de ambiente será como comerse un bistec sin patatas.

En otras ligas que han retomado el fútbol antes, se han probado algunos métodos para llenar este vacío. En Alemania hay clubes que emiten por los altavoces un griterío grabado, como las risas enlatadas de las series de humor. En Vietnam ensayaron un público hecho de ositos de peluche y, en Corea de Sur, un club llenó una parte de las gradas con muñecas hinchables, decorosamente vestidas con la camiseta del equipo: no se movían, pero parecía que animaban mucho.

Para el campo del Barça, al menos en las primeras filas, se me ocurre que podrían aprovechar las figuras del museo de cera. Qué impresión, ver a Picasso, Dalí, la Caballé o Einstein animando al Barça. Y a Al Capone, el conde Drácula y Hitler tras las porterías del rival, para intimidarlo.

En tardes de demasiado sol, por la cera, se me ocurre una alternativa: llenar las gradas con las fotos de Pau Riera, ampliadas a gran formato, que ilustran el libro 'Rivalidades crónicas', escrito por Jordi Brescó y publicado por Panenka.

He aquí un libro ideal para celebrar el regreso del fútbol, porque es un homenaje a las aficiones. Brescó y Riera se pasearon por media Europa para hacer la crónica de diez derbis que, cada año, revolucionan la vida de sus seguidores.

Son ciudades como Nicosia, Génova, Praga o Hamburgo, entre otras, y duelos como el Fenerbahce-Galatasaray, el Celtic-Rangers o el Partizan-Estrella Roja.

Brescó se mezcla con los aficionados, habla con ellos y nos cuenta su pasión, la locura tribal, pero también el espejismo de las banderas, los odios históricos que vienen de conflictos religiosos, políticos, sociales, bélicos y a veces ya ni se sabe de qué.

Espléndidamente editado, 'Rivalidades crónicas' es un ejercicio de periodismo literario de primer orden, con perspectiva histórica y crítica. Leerlo también es llenarse la memoria de gritos, de cánticos, de silbidos: una banda sonora a medida, mientras esperamos que vuelva el fútbol de verdad.

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