LA CLAVE
Un pitbull con pintalabios
Se compara mucho a Ayuso con Esperanza Aguirre; a mí me recuerda más a Sarah Palin
Joan Cañete Bayle
Subdirector de EL PERIÓDICO.
Periodista y escritor. Transición digital y audiencias. Entre otros trabajos, ha sido corresponsal en Jerusalén y Washington DC. Autor de las novelas 'Expediente Bagdad' (junto a Eugenio García Gascón) y 'Parte de la Felicidad que Traes', y del ensayo sobre el conflicto palestino-israelí 'Muros, bosques, tumbas: Un periodista en Jerusalén'
JOAN CAÑETE BAYLE
Sarah Palin tomó el micrófono en el Xcel Energy Center en Saint Paul (Minnesota) y, literalmente, la convención del Partido Republicano del 2008 se vino abajo. «¿Cuál es la diferencia entre un pitbull y una ‘mamá del hockey’? El pintalabios». Había nacido el fenómeno Palin, la sorprendente candidata a vicepresidenta de John McCain, orgullosa madre de jugadores de hockey, gobernadora de Alaska, azote de lengua afilada del feminismo y de las ideas progresistas y, durante unas semanas, fulgurante estrella política y mediática.
Muy conservadora, Palin tenía enorme lagunas –políticas y de cultura general–, como pronto se haría patente. Daba igual. Ella era auténtica. Desinhibida, sin complejos. Y así la aclamaban quienes años después votarían a Donald Trump. Recuerdo cruzarme con Esperanza Aguirre aquellos días en Saint Paul. No tengo dudas de que aquella convención le fue muy provechosa.
Azote de la izquierda
Cuando escucho a un político decir que no tiene complejos me pongo a cubierto. A Isabel Díaz Ayuso se la compara a menudo con Aguirre, pero a mí me recuerda a Palin: un peligro para sí misma en las entrevistas, atrevida hasta la temeridad en lo que desconoce, obsesionada con su imagen pública, azote feroz de la izquierda y desacomplejada hasta decir basta, como esa recientes fotos dolientes de luto demuestran. Díaz Ayuso es la política española que más se parece a una política de EEUU, consecuencia de muchos años de copiar lo peor y obviar lo mejor de la comunicación política estadounidense.
Con Ayuso se ha sublimado el dilema electoral de la campaña del 2000 (¿con quién te irías de cañas? ¿Con el simpático George Bush o el inteligente y pedante Al Gore?) hasta el punto de haber creado una política con la que solo se irían de cervezas los que son muy de derechas, siempre y cuando no tengan a familiares en algún geriátrico de la comunidad de Madrid. El problema es que es Ayuso la que debe gestionar esta crisis sin parangón en Madrid. Y en tiempos de crisis, las frivolidades (políticas, también empresariales y familiares) se pagan muy caras. Hacen falta líderes y gestores, no un pitbull (con o sin pintalabios) ni Nuestra Señora de los Dolores.
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