Relajar el confinamiento

Dar paseos es dar paseos

¿A qué comité de expertos se le había ocurrido que los niños estarían quietos en el supermercado?

Una mujer y un niño en una calle de Génova, el martes.

Una mujer y un niño en una calle de Génova, el martes. / periodico

Olga Ruiz

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Dar paseos es dar paseos. De esta forma concluía el ministro Illa la comparecencia en la que rectificaba la decisión tomada pocas horas antes por el Ejecutivo del que forma parte. De hecho, los padres y madres siempre han tenido clara esta obviedad, efectivamente dar paseos es dar paseos, no ir al supermercado, al banco o a la farmacia. El problema son los expertos que han asesorado al Gobierno en esta materia, que -digo yo- que si son expertos algo de lucidez y sentido común deberían haber aportado.

Alguien me dijo en una ocasión que los niños no interesan a los políticos porque ni votan ni pagan impuestos. Tenía razón, los niños en política no son más que el adulto que les acompaña literal, legal y emocionalmente.

Los expertos habían decidido que tras seis semanas confinados en casa, los niños y niñas de hasta 14 años podrían salir a la calle pero casi sin mirarla y si me apuran en volandas. El destino final de esas salidas eran un supermercado, un banco o una farmacia -la lista de salidas justificadas no es mucho más atractiva-. A priori más que un premio parecía un castigo, para todos.

De encierro a encierro y tiro porque me toca. Luz artificial, colas en la caja, semblantes cariacontecidos, hacer la compra en tiempo de pandemia es un trámite no un disfrute.

Un niño, además es curioso y activo por naturaleza, lo era antes del virus y lo es más si cabe tras semanas confinado, ¿A qué comité de expertos se le había ocurrido creer que iban a permanecer al lado de su padre o madre, de la mano y sin toquetear todos los chocolates, galletas y demás chucherías que le llamen la atención? La pandemia puede haber cambiado muchas cosas pero un niño -afortunadamente- sigue siendo un niño.

Los pequeños han estado seis semanas cumpliendo a rajatabla las normas y lo mejor que se les había ocurrido era que salieran para ir al supermercado. Pues no.

En política hay que tener cuidado con las propuestas, especialmente si el Gobierno es de coalición, la incomunicación suele acabar en divorcio y en este caso, curiosamente con los niños por medio de tanta desavenencia.

El punto positivo es que con la salida de los niños y niñas al supermercado -digo a pasear- los ciudadanos que desde el inicio del estado de alarma paseamos a nuestros perros dejaremos de ser el centro de todas las críticas e incomprensiones. Se ha hecho difícil de digerir el ataque constante, la nula empatía e interés en comprender que un perro (que no mascota) tiene que salir a la calle por una cuestión fisiológica, que la mayoría serían capaces de reventar antes que hacer sus necesidades en casa. Una necesidad nunca es un privilegio.

Hay algo más que nos une a partir del lunes a padres y madres y los que tenemos un animal: ni vosotros ni nosotros pasearemos con nuestros hijos o con nuestros perros. Un niño, una niña no pasea ni disfruta yendo de su portería al supermercado como pretendían, pero tampoco dando dos vueltas a la manzana, de la misma manera que un perro ni pasea ni disfruta haciendo sus necesidades en el árbol más próximo a la portería. Creo que por fin lo vemos igual de claro.