El rifirrafe político

Como si no pasara nada

Mientras los ciudadanos viven atemorizados y resignados, los políticos españoles siguen a la greña

Pablo Casado se dispone a tomar la palabra en el pleno del Congreso del pasado 9 de abril

Pablo Casado se dispone a tomar la palabra en el pleno del Congreso del pasado 9 de abril / periodico

Rosa Paz

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Mucho tendrá que esforzarse Pedro Sánchez y mucho tendrán que cambiar las cosas para que se pueda alcanzar esa reedición de los Pactos de la Moncloa, ahora probablemente llamados pactos para la reconstrucción, que propone el presidente del Gobierno. Escuchado lo que se escuchó este jueves en el Congreso de los Diputados, no parece que esos acuerdos vayan a llegar a buen puerto, pese a que son tan necesarios para transmitir seguridad a la ciudadanía y para abordar la economía de posguerra que se avecina. Mientras los ciudadanos viven atemorizados y resignados esta película de ciencia ficción en la que se han convertido sus vidas, el jueves se comprobó una vez más que los políticos españoles siguen a la greña como si aquí no pasara nada o no pasara nada distinto de lo que pasaba hace un mes.

Evidentemente que para pactar tiene que haber cesiones por ambas partes, pero si el líder de la oposición, Pablo Casado, considera que la oferta de Sánchez “es un señuelo”, con la pretensión de ir a “un cambio de régimen”, —asumiendo las tesis de FAES, la fundación que preside su mentor, José María Aznar— o en su entorno piensan que la propuesta del presidente es una trampa que tiene como finalidad salvarse él políticamente, las posibilidades de avanzar hacia el consenso parecen nulas. De hecho, no está claro siquiera si Casado acudirá a la convocatoria con las fuerzas políticas, comunidades autónomas y agentes sociales prevista para la próxima semana.

Sánchez se duele de que la oposición en España no esté acompañando al Gobierno en esta situación crítica, a diferencia de lo que ocurre en Portugal, donde el Ejecutivo se adelantó en la adopción de medidas, o en el Reino Unido, donde Boris Johnson alardeó justo de lo contrario. Aquí, de la oposición, solo Ciudadanos parece haberse dado cuenta de qué es lo importante en una situación tan excepcional. Lástima que lo haga cuando solo tiene 10 diputados y sostiene al PP en comunidades autónomas, como la de Madrid, donde su presidenta, a veces desde la imprecisión o la inventiva, se ha convertido en un ariete contra Sánchez.

Casado, a diferencia de Cs, acusó al presidente de ser incompetente, arrogante y mentiroso. No se trata, claro, de hacer una oposición acrítica, pero entre la crítica y el improperio debería haber un largo trecho, que aquí se recorrió hace tiempo y nada hace pensar que ese camino se vaya ahora a desandar. Salvo que en el PP llegaran a la conclusión de que apuntarse a unos pactos con el conjunto de las fuerzas políticas y sociales les pudiera acarrear réditos electorales. De momento, parecen pensar que la crisis hundirá al Gobierno y que el PP podrá recuperar el poder sin despeinarse. También el tono de la portavoz socialista, Adriana Lastra, molestó a los populares. Y sí, el PSOE ha comprobado que la deslegitimación del Gobierno por parte del PP ha desgastado la credibilidad del Gobierno, como se ve en los sondeos.

Harán falta muchos pasos atrás en la descalificación y al menos un paso adelante en la voluntad de acuerdo para que las fuerzas políticas empiecen a hablar sobre qué hacer para que el país emprenda la senda de la recuperación sanitaria y económica.