al contado

Coronavirus: "Yo ya lo sabía"

No es momento de disputa ya que todo esfuerzo es poco para combatir la enfermedad y el daño que puede infringir a nuestro modo de vida

La UME desinfecta la Puerta del Sol de Madrid

La UME desinfecta la Puerta del Sol de Madrid / periodico

Agustí Sala

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Como sucedió con la crisis del 2008, el impacto económico del coronavirus es objeto de debate. Expertos o muchos que se autopoclaman como tales aseguran que el Gobierno ha actuado tarde y mal. Puede que sea así, pero es fácil advertir de aquello que debería haberse hecho una vez que el acontecimiento se ha producido. En definitiva avisar a posteriori con la manida frase: "Yo ya lo dije", "Yo ya lo sabía".

La verdad es que la del coronavirus es una crisis con escasos, por no decir, nulos precedentes. Cuesta encontrar algún momento en la historia reciente que se pueda comparar, al menos de los que un servidor ha vivido. Y algunos episodios he visto: el lunes negro en las bolsas en 1987, revivido estos días en Wall Street; la crisis del sudeste asiático a finales de los 90, el estallido de la burbuja 'puntocom' a principios de los 2000 y la crisis financiera del 2008, de la que no hace tanto que hemos salido y que ha dejado innumerables cicatrices como la precariedad laboral y la desigualdad.

Pero una situación de actividad general totalmente paralizada, la gente confinada en sus casas... No se me ocurre con qué compararlo que no sea una guerra o similar. Quizás con el 'crack' de 1929 que desembocó en la gran depresión. Pero ahora el enemigo no es ni el estallido de una burbuja financiera o inmobiliaria. Ahora es un virus cuyo alcance aún nadie ha sido capaz de delimitar. Ese es uno de los motivos de la incertidumbre que marca estos días, junto a la falta de respuesta, no nacional sino europea a este reto. 

Ante este panorama, que además cambia a una velocidad de vértigo, pocos pueden decir (sinceramente) que tengan fórmulas magistrales. Seguramente el Gobierno ha cometido errores al enfrentarse a un reto de esta magnitud. El dilema puede llegar a ser escoger entre lo malo o lo peor, entre paralizar la economía o dejar que el virus se propague y haga su trabajo, como pretendió inicialmente el primer ministro británico Boris Johnson.

En todo caso, como afirma el profesor del IESE, Javier Díaz Giménez, el virus mata, pero la recesión también. Y más si convierte en depresión. Por ello no es momento de disputas y reproches, como ha recordado el <strong>Cercle d'Economia</strong>. El enemigo es común: el virus. No es cuestión de si el gobierno de aquí o el de allí. Un reto gigantesco requiere una respuesta a la altura de su envergadura.

Por eso el Banco Central Europeo (BCE) está desplegando cada vez más su arsenal y Bruselas ha congelado sus reglas fiscales para que los estados puedan gastar más. Todo esfuerzo es poco para combatir no solo la enfermedad sino el daño que puede infringir a nuestro modo de vida.