El maltrato dentro del hogar

Violencia machista en tiempos de confinamiento

La convivencia intensiva de 24 horas diarias puede aumentar el riesgo de sufrir maltrato. Como vecinos, amigos o familia demos un mensaje de estar en disposición de ayuda en cualquier momento que se necesite

Ilustración Anthony Garner

Ilustración Anthony Garner / ANTHONHY GARNER

Gemma Altell

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Para muchas mujeres, niñas y niños su casa no es un hogar. El gobierno (los gobiernos) ha impuesto <strong>medidas de confinamiento</strong> para intentar reducir la expansión del <strong>coronavirus</strong>. Sin duda medidas acertadas que,  hasta cierto punto, aun se pueden quedar cortas: habría que garantizar que todas las personas que tengan un empleo que no sea de primera necesidad social puedan quedarse en casa; asegurando que la situación económica podrá ser 'sostenida' por el Estado. Estos últimos días parece que el Gobierno ha intentado asegurar medidas en esta línea. La pregunta es si serán suficientes para convencer a la gente para respetar el confinamiento ante el miedo a la pérdida económica. Pero más allá de las medidas que –esperemos- se irán alineando con la necesidad de confinamiento total que requiere la situación, habrá que pensar y entender que no significa para toda la ciudadanía lo mismo el #yomequedoencasa.

Querría poner el foco en las situaciones de violencia machista que se producen dentro de casa y que suelen quedar invisibilizadas, la mayoría de las veces, de cara al exterior. Tanto aquellas mujeres que ya estaban siendo atendidas en servicios especializados y aquellas que en el silencio de la convivencia están sufriendo pero no se han puesto en contacto con el sistema público, como aquellas situaciones de tensión latente que pueden precipitar violencias fruto de una mayor convivencia en este periodo. En cualquiera de estos casos la convivencia intensiva de 24 horas diarias puede aumentar el riesgo de sufrir violencias. Por este motivo es importante tomar conciencia colectiva de que el confinamiento social no debe ser lo mismo que el aislamiento social. Todo lo contrario. Este confinamiento debe servir para tomar conciencia de nuestra interdependencia como sociedad y entender que una a una no avanzamos con los retos que tenemos por delante: salud pública, crisis climática, igualdad social, etcétera. Esta crisis representa un riesgo y a la vez un reto. El riesgo de encerrarnos en nuestro individualismo –si no entendemos bien el mensaje- o el reto de aprender a ser, de verdad, una comunidad; más allá de las fronteras.

Garantizar la atención a las víctimas

De momento, en esta crisis de salud pública, estamos demostrando, como ciudadanía, una gran altura a través de tantas y tantas iniciativas ciudadanas de apoyo que vemos en estos días. Así pues me parece importante señalar que esta solidaridad debe también poner el foco en la responsabilidad comunitaria en la prevención de las violencias machistas en la medida que nos atañe sin suplantar, en ningún caso, la responsabilidad de los poderes públicos. Son estos los que deben encontrar fórmulas para conjugar este confinamiento con asegurar el derecho a vivir sin violencias también en el ámbito privado. Así habría que garantizar que la dotación para asegurar atención de urgencias a la violencia machista es suficiente tanto a nivel telefónico como presencial y residencial, así como informar por los canales de comunicación masiva (no solo las redes sociales) sobre cuáles son las vías de contacto para recibir esta atención. Esta es también una necesidad básica.

En esta línea quiero informar de cuáles son los recursos actuales en Catalunya: para las mujeres que necesiten hablar, compartir, preguntar, llamar al teléfono de la Generalitat de Catalunya 900 900 120. Y tienen atención telefónica y presencial en caso de urgencia en el centro más próximo a su territorio (SIAD o SIE) o SARA en Barcelona. Pero también en cualquier establecimiento como supermercados o farmacias al que deban acudir por alguna necesidad, y que está permitido dentro del confinamiento, pueden contactar con alguien o llamar por teléfono si lo necesitan.

Para la ciudadanía, las vecinas, vecinos, amigos, familia mostremos disponibilidad telemática, empatía y entendamos las dificultades para hablar sobre la violencia. A menudo las situaciones de violencia machista no se expresan tan directamente. Simplemente demos un mensaje de estar presentes y en disposición de ayuda en cualquier momento que se necesite. Explícito. Sin miedo. Sin juzgar. Solamente hace falta entender que si el confinamiento puede ser emocionalmente duro para cualquiera de nosotras/os más lo será para alguien que ya estaba viviendo una situación compleja -con la etiqueta que ella le quiera poner- antes del confinamiento.

Gobernar también es esto. Tener en cuenta todas las dimensiones de un problema a la vez. Toda la diversidad social que opera y cuales son la voces más vulnerabilizadas. Las mujeres que sufren violencias en el seno de su 'hogar' también son población de riesgo durante la pandemia.