DIÁLOGO ENTRE GOBIERNOS

Mesa-diván

La metodología acordada da tiempo a las partes para que aborden sus asignaturas pendientes: encarrilar la legislatura española y despejar la incógnita electoral catalana

Imagen de la mesa de diálogo Gobierno-Generalitat, con Pedro Sánchez y Quim Torra.

Imagen de la mesa de diálogo Gobierno-Generalitat, con Pedro Sánchez y Quim Torra. / periodico

Rafael Jorba

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La llamada "mesa bilateral de diálogo, negociación y acuerdo" se ha constituido. Esta es la noticia. Lo ha hecho sorteando el fuego amigo y enemigo: tanto la guerra abierta en el independentismo ante unas elecciones anunciadas, pero no convocadas, como la ofensiva de las tres derechas contra Pedro Sánchez, al que acusan de un delito de lesa patria. La mesa, desde esta perspectiva, es también un diván: unos y otros podrán descargar la carga emocional acumulada por el déficit de política del 'procés'.

Esta mesa-diván tendrá la facultad taumatúrgica de realizar dos prodigios: allanar el camino para la aprobación de los <strong>Presupuestos del Estado</strong> y aparcar el debate sobre el contencioso de fondo -"encauzar el conflicto político sobre el futuro de Catalunya"- hasta después de las elecciones catalanas. Los presidentes Sánchez y Quim Torra han recuperado el espíritu de Pedralbes (20 de diciembre del 2018), pero han sorteado un obstáculo: la figura del mediador que frustró entonces la negociación.

Entre tanto, del análisis de los comunicados conjuntos de la reunión de Pedralbes y de la celebrada este miércoles en la Moncloa se puede extraer tres coincidencias -el diagnóstico, el instrumento y el marco- y una novedad: la metodología de trabajo. El diagnóstico sigue siendo el mismo: "La naturaleza política del conflicto y que este requiere de una solución política". También lo son el instrumento -la vía del diálogo- y el marco de cualquier acuerdo: la "seguridad jurídica".

La novedad reside en los "aspectos metodológicos" que se abordaron en la reunión y que se concretan en sus acuerdos finales: la cita mensual de la mesa, la celebración alternativa de los encuentros en Madrid y Barcelona y la creación de "un grupo de trabajo integrado por una delegación de cada parte" sin la presencia de presidentes y vicepresidentes, que "se incorporarán a la mesa cuando sea necesario ratificar acuerdos políticos". Esta metodología da tiempo a las partes para que aborden sus asignaturas pendientes: encarrilar la legislatura española y despejar la incógnita electoral catalana.

El sector 'carlista', sin argumento

Mientras tanto, la mesa-diván constituida el miércoles en la Moncloa tiene otro efecto taumatúrgico buscado por Sánchez: la hora del "'sit and talk'" que reclamaba el 'president' Torra ha llegado. La apuesta por el diálogo, de puertas adentro, ha bajado la tensión en Catalunya y ha aplacado el tsunami que se desató tras la sentencia del 'procés'. Y, de puertas afuera, deja al sector del independentismo 'carlista' -de Carles Puigdemont- sin su principal argumento: el carácter autoritario del Estado español.

Así las cosas, la sobreactuación de las tres derechas y, en particular, del líder del PPPablo Casado, ha contribuido a magnificar un acontecimiento que fue generoso en la escenografía y comedido en sus acuerdos concretos. Casado se permitió incluso el lujo de bromear con la presencia del catalán Salvador Illa al preguntar si acudía "a negociar el virus del independentismo". La política inmediata, empezando por la crisis del coronavirus, aleja la mesa-diván de las preocupaciones de la ciudadanía.