Estado del Bienestar

Islandia

El expresidente Ólafur Ragnar Grímsson gestionó la crisis económica en su país de una manera muy diferente a España

El presidente islandés, Olafur Ragnar Grimsson, y su esposa Dorrit Moussaieff.

El presidente islandés, Olafur Ragnar Grimsson, y su esposa Dorrit Moussaieff. / periodico

Ricard Ustrell

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He estado tres veces en Islandia y siempre he vuelto abstraído, fuera de mí. Me pasan cosas que me dejan tocado. La primera vez, un islandés se empeñó en llevarme a ver centrales geotérmicas -octogonales, en forma de pirámide...- como quien mira obras de arte; en mi segundo viaje me llevaron al museo nacional de penes que hay en Reikiavik; y en mi tercer retorno me enseñaron una 'app' que usan antes de una cita donde se buscan entre ellos para saber cuál es el grado de parentesco que tienen. Islandia siempre ha sido para mí otro mundo. Un lugar donde el paisaje más puro, la idea más limpia de montaña, de géiser o de volcán, es el perfecto escenario de una obra que es tan lejana a mí que aprendo y me fascina.

La última vez fui a entrevistar al expresidente Ólafur Ragnar Grímsson para el programa 'Quatre Gats' de la noche del jueves en TV-3. Grímsson fue quien sometió a referéndum la decisión de hacer caer los bancos y no asumir la deuda desde las arcas públicas, el año 2008. La comparación entre las dos formas de gestionar las crisis -la catalana y la islandesa- señala tres principales diferencias: la cultural (es una democracia mucho más participativa y madura), el tamaño (tiene poco más de 360.000 habitantes y más facilidades en el control de la moneda, por ejemplo) y la geopolítica (es un punto estratégico por su posición en el Ártico, un reclamo para las inversiones extranjeras). Grímsson añade que en su país "no encontrarás ningún partido político, ni de derechas ni de izquierdas, que hubiera hecho ningún recorte al sistema de bienestar porque es la base de la democracia".

Todo lo que oirán de Grímsson es, en comparación a lo que pasó en España, una receta distópica. Y cuando se establecen paralelismos entre lo que también verán discutir este jueves a Artur Mas Ada Colau y lo que dice Grímsson me genera la misma sensación que tengo cada vez que visito Islandia. Es el desconcierto de un norte que me deja atónito y que, como diría Antònia Font, añoro como siglos de glaciares solitarios descendiendo milímetros hacia los océanos.