IDEAS

Siempre Terrence Malick

Gusten o no gusten, 'El árbol de la vida' y algunas de las películas del autor que la suceden determinan formal, emocional y estéticamente el cine de los últimos años

Valerie Pachner y August Diehl, en un fotograma de 'A hidden life', de Terrence Malick

Valerie Pachner y August Diehl, en un fotograma de 'A hidden life', de Terrence Malick / periodico

Desirée de Fez

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De los desprecios aleatorios, sobre todo en línea, a cineastas, reconozco llevar especialmente mal los ataques a Terrence Malick. O, mejor dicho, al Malick posterior a 'El árbol de la vida' (2011), porque al anterior pocos se atreven, con razón, a cuestionárselo. Esto último tiene su guasa. Me cuesta entender que alguien que valore la primera etapa del autor sea capaz de reírse de la siguiente (de reírse, no de cuestionársela). Básicamente porque si encadenas 'Malas tierras', 'Días del cielo', 'La delgada línea roja', 'El nuevo mundo' y 'El árbol de la vida' no tienes que demostrar nada más. De hecho, mereces reverencia eterna aunque las siguientes películas no te salgan bien.

Pero no es el caso. El Malick que empieza con 'El árbol de la vida', una de las películas más importantes de la pasada década (como quedó claro en el bombardeo de listas de lo mejor de los últimos diez años que cerró el 2019), se enreda en temas que, por su naturaleza inabarcable y a la vez escurridiza, no pueden asaltar al espectador de la misma manera: la fe, la religión, la vida, la muerte… Y, en busca de reflexiones sobre los mismos y maneras de recrearlos, se desliza por territorios arriesgados en los que no todos los espectadores van a sentirse cómodos.

Es normal que este segundo Malickdel que ahora se estrena <strong>'Vida oculta'</strong>, divida al público e irrite a los que aman sus primeras películas. Pero, independientemente de que a mí me entusiasme, me cuesta entender el parcial descrédito hacia un cineasta que, precisamente con sus películas más discutidas, sienta un precedente importantísimo. Gusten o no gusten, 'El árbol de la vida' y algunas de las películas del autor que la suceden determinan formal, emocional y estéticamente el cine de los últimos años. Aun esbozada en 'El nuevo mundo', Malick encontró en la película que marca el corte otra manera de representar los conflictos y los afectos. Y parte importantísima del cine contemporáneo sería muy distinto o, directamente, no sería sin el influjo de esa forma de acercarse a las relaciones afectivas, sentimentales y familiares. Urge empezar a usar como piropo lo de que 'una película es muy Malick'. 

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